Una extraña cita

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El sonido de la alarma fue la que le despertó de aquel terrible sueño, más no quiso pensar en él después de abrir los ojos, de inmediato, se incorporó en la cama y restregó los párpados con algo de brusquedad, luego, alargó el brazo e intentó localizar sus lentes, mientras se concentraba en la pared que se encontraba frente a él, sin razón alguna.

Tomó sus lentes y se los colcó, parpadeó un par de veces, para acostumbrarse a ellos y esperó regocijarse con la visión nítida que le proporcionaban aquellos vidrios con aumento, más no vio nada de lo esperado, o de lo usual, solo imágenes distorsionadas, anunciándole un terrible hecho.

Lo había notado semanas antes, cuándo salió de la ducha y se colocó los lentes, veía todo borroso y supuso que era debido al vapor que se había colado en los vidrios, sin embargo, después de limpiarlos, siguió viendo lo mismo, manchas e imágenes inconcretas; Cayó en un terrible pánico, más no lo demostró, solo se quedó sin realizar ninguna acción y las cosas se pusieron claras por sí mismas y decidió no pensar en aquel asunto, pero, al parecer, solo era un aviso, para lo que se avecinaba.

Mordió su labio inferior e intentó caminar hasta el baño, cuidando de no chocarse con nada, afortunadamente, era lo suficientemente organizado, como para no dejar nada en el suelo y prevenirse de cualquier accidente; Parpadeó varias veces, probó retirarse los lentes, más nada funcionó, las cosas seguían viéndose borrosas y eso comenzaba a incomodar al gerente

Era un caso irónico, al fin y al cabo ¿Qué era un Dios de la Muerte sin su vista para el juicio? Era un asunto delicado y debía ocultarlo como diera lugar, si alguien se enteraba, su puesto como gerente en administración podría verse afectado, además de su impecable resputación, ¿Qué dirían de un gerente que no puede ver? ¿Le desecharían?

Se vistió con dificultad, pero se ayudó de la costumbre de hacer aquello todos los días, casi que podía hacerlo con los ojos cerrados; Terminó de acomodar su corbata, la apretó lo suficiente como para sentir una incomodidad en el cuello, pero así era como sabía que se veía presentable, después, salió del baño y se colocó los zapatos, supuso que era una tarea sencilla y que las otras, serían igual.

Tomó colonia y vertió un poco en su palma, paso seguido, la pasó por su cuello y mandíbula y dio por terminado su ritual matutino, él como gerente y sobre todo como hombre, era realmente precavido en su figura, tal vez, era lo más importante en su ser, después de todo, las buenas impresiones siempre dan confianza en el sector laboral y aquello lo había probado años antes, cuándo fue ascendido y puesto a cargo de muchos Shinigamis.

Salió de la habitación y agarró su portafolio y seguro de haber hecho todo la noche anterior, salió de su hogar, con todo borroso y las imágenes distorsionadas; Caminó por los pasillos, la luz no ayudaba mucho, ya que penetraba con intensidad por los ventanales del edificio, más tenía cierta confianza, al fin y al cabo, era su hogar, había caminado de la misma forma por años y no requería de mucho, solo debía inclinar el rostro, ocultar los nervios y rogar por que el día laboral, terminase pronto.

Se centró en sus zapatos y solo veía unas manchas oscuras, frunció el cejo y se encontró molesto, algo frustrado, ¿Por qué tenía que ocurrirle algo como aquello a él? Se suponía que las parcas no sufrían de ningún daño físico y al parecer, era el único defectuoso, entonces, su visión de lo perfecto, se había derrumbado.

Llegó a la Sede e intentó evadir a todos los subordinados posibles, no los miró al rostro, intentando no demostrar su terrible fallo, solo siguió adelante, dejándose guiar por su memoria y confiando en que sus piernas, no le abandonaran en aquel momento; Ingresó al ascensor y observó los números, parecían moverse, pero igual, seguían borrosos, un hombre también le acompañó y al ver su confusión, prefirió ayudarle, a lo que él respondió con una reverencia y se acomodó en la pared, para no sentirse tan abrumado.

La parca no ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora