Una extraña cita 2

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La noche los había cubierto y ambas parcas se encontraban a solas en aquella calle oscura, más se tenían el uno al otro, los dos seres de las penumbras, no necesitaban más que eso; Su palma hundiéndose en la costilla de su amado, mientras el gentil brazo de este pasaba por el cuello y se aferraba a su hombro, con tanta fuerza, que podía sentir lo cálido que se sentía. Más este gesto estaba lejano de ser afectuoso, por el contrario, solo se trataba de una simple ayuda por parte del carmín, William llegó a un punto, de no ver tan siquiera el suelo que pisaba y eso era preocupante para ambos. 

Sus piernas torpes golpeaban las rodillas del carmín, mientras gruñía de la frustración, añadiendo, que la lluvia  que había caído horas antes, dejó el suelo húmedo y como consiguiente, un obstáculo para el gerente de llegar por sí solo a su departamento. Se vio obligado a traer con él, a un molesto invitado, quién  podría alargar su estadía hasta la mañana. Y por supuesto, no lo permitiría. 

Entonces en mitad de la calle, agarrado a aquel molesto subordinado, pudo notar la claridad, o por lo menos, las figuras podían diferenciarse con facilidad, aunque algo opaco, una leve sonrisa apareció en su rostro y el vidrio de sus lentes emanó un brillo, posiblemente, por la dicha que le representaba su estadía en el preciado trabajo y la vista clara. Perfecta de una parca como él. 

Más no movió un músculo para deshacerse del agarre, apretó los labios y siguió avanzando, con la vista fija al frente y a la imagen de su edificio, indicándole, que pronto, se vería separado de un personaje que le hizo poner tenso todo el día, le parecía inclusive extraño, haber pasado tantas horas a su lado, más fue por obligación, William, aunque pareciera increíble, necesitaba de su ayuda.

El tiempo corrió y con dificultad, llegaron hasta los pasillos de su planta, caminaban como cazadores silenciosos, intentando no llamar la atención de los demás residentes, aunque era un problema, el gerente gruñía y Grell jadeaba del cansancio, jamás creyó que ser gentil, llegaría a ser tan agotador, pero, ¿Qué no haría por repetir aquel acercamiento? O simplemente aquel día. Se encontró a sí mismo suspirando repetidas veces, con solo recordar el rostro de confusión de su amante, se sintió en pleno éxtasis, era un lado que jamás había llegado a ver y le pareció simplemente, adorable.

William se separó del agarre, posiblemente por que ahora extrañaba su espacio libre de colonia de mujer, o un extraño olor a Shampoo de lavanda, además, las manos calientes del carmín comenzaban a incomodarle. Revolcó su bolsillo e introdujo la llave, para después ingresar y retirarse los zapatos. Allí cometió su primer error, Grell Sutcliff no estaba aún consciente de su regreso de la vista y tampoco quería quedar como un mentiroso; Se percató de su error y volteó a ver a su acompañante, se encontraba tras él, enseñándole una sonrisa de oreja a oreja, más el Gerente solo lo notó como una burla a su moral, evadió el gesto e ingresó hasta el perchero que había al fondo de la habitación.

-¿No dirás nada Will? -Preguntó el carmín, apoyado sobre el marco de la puerta y jugando con uno de sus cabellos, mientras mantenía una brillante sonrisa en su rostro. 

-¡Ah! -Torció los labios y frunció el ceño, para después girar todo su cuerpo en dirección a este -Supongo que... -Metió sus manos a los bolsillos y comenzó a vacilar, ¿Cuándo había salido un agradecimiento de su boca para Grell? Soltó un suspiro y aceptó lo inevitable -Gracias por cuidar de mí en todo el día -Agradeció en un tono cansado, después rodó los ojos.

-¡Oh Will dilo de nuevo! Quiero escucharlo una y otra vez -Corrió por la corta distancia que los separaba y terminó abrazando a su amado, apoyando su cabeza sobre el pecho de éste -Creí que no viviría para escuchar aquellas palabras tan dulces, ¿Enserio disfrutaste el día de hoy? -Alsó la vista, para ver un rostro confundido e invadido de un enojo con él mismo.

La parca no ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora