La monotonía cambia.

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"Negros eran sus días, lo que vivía en el hoy, ya lo había repetido el día anterior, siempre vestido de negro, impregnando su cuello con la misma fragancia, el mismo aroma de su oficina y los mismos pasos de la parca roja que se aproximaban a esta, la eternidad podría ser tan aburrida, que si no se disfruta con el demonio correcto,  el infierno podría llegar a su puerta cada día"

Posó ambos codos en el escritorio, abrió su primer libro, era grande, pesado y parecía haber estado por muchos años oculto entre los estantes de la biblioteca; Sus dedos enguantados pasaban hoja por hoja y su memoria se encargaba de tomar todos los nombres posibles, para después hacer un control exacto de las almas recolectadas hasta ese día, un duro trabajo por cierto, más él estaba listo, un buen informe y su nombre podría estar enmarcado en una de las puertas de los pisos superiores, su objetivo, su liberación de aquella vida tan repetitiva.

Sus ojos iban de aquí allá, mientras intentaba leer algunos nombres, que, debido al tiempo estando allí escritos, se fueron borrando y manchando de polvo, el moreno estaba tan concentrado en su tarea, que por poco, olvidó que Grell Sutcliff estaba sentado a su lado, observándole como si fuese su presa y fuese a devorarle en un instante y no contento con el acoso, también estaba haciendo un extraño ruido, una pequeña risilla burlona salía de sus labios, seguido de un ronroneo.

-¡Sutcliff!- Gritó William, que al igual que una bomba de tiempo, explotó- ¿Qué no tienes trabajo que hacer? Te encargue traerme unos papeles de la sala de copiado, ¿Por qué sigues aquí?....-Habló tan rápido, que su rostro comenzó a tornarse rojo y el calor invadió todo su cuerpo.

-Will, cariño, es que te ves tan lindo intentando leer esos nombres...-Grell apoyó un codo en el escritorio, giró su cuerpo en dirección al gerente y jugó con un mechón de su cabello, mientras le enseñaba aquella sonrisa de par en par, con sus peligrosos dientes filosos.

-¡Honestamente!- Apretó fuerte sus puños y se levantó de la silla, retiró sus lentes y tomó aire, estaba evitando en lo posible de usar el maltrato físico, pero la problemática parca roja, requería más que eso para comportarse.

-Si te vas a poner así....Será mejor que vaya por los papeles rápido...-Grell se estremeció al ver a William intentando controlar un posible pisotón en su cara, así que, con cuidado, se retiró de la oficina.

Al escuchar la puerta cerrarse, soltó un contenido suspiro y volvió a sentarse, aquel día, estaba realmente sensible, si no terminaba el trabajo, entonces sería reprimido por los superiores y él como aquel trabajador perfecto, no lo permitiría; Así que tomó su pluma y escribió los nombres de nuevo en una hoja, así, haría el control de las almas y las que fueron robadas por demonios.

Más su pequeña paz no duró y Grell Sutcliff volvió a ingresar a su oficina, sosteniendo en sus manos una bandeja con café y comida.

-¿Y dónde están los papeles?- Preguntó él en un tono intimidante, sin retirar su rostro del libro.

-¡Oh Will! Es una larga historia, me encontré con Ronald Knox y después me invitó a la cafetería, discutimos acerca de mi nuevo trabajo y después, pensé en que tal vez, tienes el estómago vacío y te traje algo de comer....-Explicó éste, poniendo la bandeja en una mesa de café a unos pasos del escritorio- ¿Verdad que soy muy atenta? 

-Pero que distraído eres Sutcliff- Le reprochó, acompañado de una mirada de desapruebo.

-Oh...-Grell ocultó su rostro, centrando su mirada en sus tacones, odió por unos instantes a William, quien no agradecía lo que él había hecho.

-Pero....-Dijo quitándose los guantes- Tal vez, si necesite una taza de café- Volvió a levantarse del escritorio y atravesó la oficina para llegar a un pequeño sofá frente a la mesa. Los ojos de Sutcliff volvieron a brillar.

La parca no ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora