La parca, celosa.

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Abrió los ojos e inmediatamente, torció el cuello hacia la ventana, las gotas de lluvia caían y acariciaban el vidrio, dejándolo algo borroso; El cielo estaba de color grisáceo y los rayos del sol, parecían haber perdido la batalla contra las nubes, quienes impidieron el paso de estos.

Revisó el reloj, era más temprano de lo usual y tenía unos minutos más para dormir, más un agobio le impedía volver a cerrar sus ojos y dejarse convencer por Morfeo; Revisó la habitación, desde hacía mucho tiempo, parecía haber cambiado, el ambiente no se sentía igual. Él tampoco, ¿Qué había sucedido? El hecho de que, había alguien más compartiéndola, llenándola de su energía, algo negativa, pero que era necesaria para encontrar equilibrio en el lugar.

Decidió entonces vencer el miedo y girar en dirección a él, posiblemente seguiría dormitando, sin darse cuenta del gerente que se encontraba encerrado en pensamientos, al fin y al cabo, este podía escuchar los ronquidos, de la paz que sentía.

Los cabellos rojizos se extendían por toda la cama, inclusive, algunos alcanzaban a acariciar su mano. El gerente realizó un gesto de desapruebo y a la vez desprecio, ¿Por qué seguía débil ante aquel juego? Posiblemente, se había encariñado con él, al fin y al cabo, era su única compañía con los años, su amigo, la razón por la que sus días se hacían variados, más no le amaba, ¿Cómo podría sentir aquel extraño sentimiento? Tan exagerado para su gusto, expresaba la debilidad de un individuo, la hipocresía que se generaba y la ceguedad que esta traía detrás.

Pasó sus dedos fríos por la piel nívea del pelirrojo, se sentía tibia y gentil al tacto, bajó por el brazo y notó que su acción generó una reacción en el otro, de inmediato, la piel se erizó y William se quedó hipnotizado ante tal acto, tanto, que continuó bajando su mano, ahora acariciaba con los nudillos y se dejaba embriagar por la suavidad, por la perfección que reflejaba el momento, al no escuchar ruido alguno por parte del pelirrojo.

Llegó hasta las piernas y retiró con suavidad la sábana blanquecina, para poder apreciarlas, revisó que el carmín no estuviese despierto y continuó con su tarea, en aquel momento, sintió que éste podía pertenecer a él, todo lo que fuese posible, aunque no le amara, sería como su punto de fascinación, su "Juguete" Lo que le sacaría del infierno en el que se había metido por su cuenta. Cuándo se encontraba en silencio, podía apreciar las cosas desde otro ángulo, sin el estrés que manejaba en su vida diaria, parecía que sus reacciones cambiaban de manera drástica.

Entonces llegó a su mente una imagen devastadora, ¿Otros dedos habían acariciado aquella piel? La respuesta era un rotundo Sí, otros posiblemente, pensaron lo mismo que él, le desearon solo para su persona, más, bien sabía que Grell Sutcliff era de muchos, ¿También lo era de él? Su mente volvía al juego, a atormentar el momento de encanto, a romper el hechizo a devolverle la oportunidad de elegir entre la razón y lo que él llamaba, como el inservible corazón; Gruñó y retiró sus manos de la piel, como si estas le hubiesen quemado y el contacto ya no fuera más gustoso, de nuevo, pensar de más le había arruinado el momento.

-Grell Sutcliff, pienso que es hora de que te vistas y te vayas a tu hogar...-Alzó la voz y observó al pelirrojo, ya no le quería más en su cama, era como una maldición y una figura que demostraba lo débil que era la carne.

-¿Eh? -El pelirrojo abrió los ojos y con la vista borrosa, pudo apreciar a William sentado casi en el centro del colchón, con las manos cerca de sus piernas; A esto, sonrió un poco, por que podía sentir su piel como evidencia de lo que había sucedido.

-No me gustaría que alguien le viera salir de aquí, sería muy malo para mi reputación...-Aclaró con frialdad y se levantó de la cama, para dirigirse al baño- Llegaré más temprano, tengo que hacer mucho papeleo, también, en mi maletín está la lista de las muertes que debe encargarse hoy, puede tomarla antes de salir...-Desapareció por la puerta del baño y dejó una terrible soledad en la habitación.

La parca no ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora