"La parca negra es orgullosa y esconde tras esos lentes un misterio que jamás será resuelto, además, es apuesto y posee un gran encanto para aquel rojo que le observa, más es posible, que estos dos puedan tan si quiera, separarse de su destino unido por el deber y la muerte"
La habitación estaba fría, su cuerpo, también y sus huesos, inmersos en dolor, debido a que la mayoría, estaban hechos trizas, pero, lo que sacó a Grell Sutcliff del sueño no fue eso, sino, un placentero ardor que venía acompañado de una ligera presión con algo húmedo y en efecto, no estaba llevado de alguna ilusión, alguien, estaba manipulando sus heridas, pero, ¿Quién podría ser aquel salvador?
-¿Eh?...-Abrió sus ojos y notó que su cuerpo seguía tocando la baldosa fría, mientras que su cabeza, descansaba en algún sitio cálido y cómodo- ¿Qué pasa?- Intentó girar para poder saber, de quién provenían aquellos brazos forrados en tela negra, que con destreza, limpiaban la sangre de su cuerpo.
-Deja de moverte...-Aquel salvador, poseía una voz tan conocida por él y que a su vez, llegaba a sus oídos como cualquier dulce melodía, encantadora y profunda- Si sigues movíendote así, dejaré que te quedes aquí agonizando...-Se quejó seguido de un largo suspiro.
-¿Will?...-Grell abrió sus ojos como platos y después lo notó, su cabeza que observaba hacia arriba, se encontraba reposando sobre las piernas de William, mientras que este le rodeaba con sus brazos- ¡Oh William tu me estás salvando! ¡Podría morir de amor aquí mismo! Mi noble caballero, que rescata a la damisela en apuros...-A pesar de tener casi todo su cuerpo en agonía, la parca roja no podía evitar temblar de emoción, él tan distraído y lleno de romanticismos locos, estaba al borde del desmayo al estar siendo atendido por su querido gerente.
-Tsk...No te muevas Sutcliff- La iracunda parca negra intentó continuar con su trabajo, mientras que limitó su tarea, sosteniendo la cabeza del carmín para que no se moviese más y con la otra, intentaba llegar con un pequeño algodón a casi todos los extremos de su pecho y brazos.
-Lo siento...-Mordió su labio e intentó no causarle más problemas a William, más no podía evitar temblar, al sentir el algodón que era controlado por las manos enguantadas del gerente, era un gesto lejos de ser romántico, pero siempre debe haber un primer paso para algo.
-Después de que limpie aquí, debes presentarte con los superiores...Solo lo hago para que no vayas con la apariencia de un...-Reprimió sus palabras y ajustó sus lentes, empujándolos con suavidad por el puente de su nariz- Tu querido Sebastián atentó con romperte...De no haber sido por mi...-Volvió a recordarle aquel pequeño detalle, que quizá, quedaría grabado por la eternidad en la mente del moreno.
-Sebas-Chan tiene su manera de ser...Es tan salvaje, pero cuando lo hace se ve tan apuesto...-Se retorció cual serpiente y William apretó con fuerza la herida en la que estaba trabajando- ¡William!
-Deja de mencionar a ese demonio...Todos unos parásitos, que lo único que hacen es robarse lo que no es suyo, mientras esparcen ese olor a amoniaco por donde quiera que vayan- Spears se encontró tratando las heridas con violencia y con su tono de voz más cambiado- Tú tienes ese olor impregnado...Y me molesta....-Gruñó, mientras entrecerraba sus ojos y se arrepentía por su casual ayuda.
-Will...¿Qué hacías por esos lugares?..-Preguntó el pelirrojo, estirando su cuello para lograr ver al pelinegro- Por que sé que tenías trabajo que cubrir aquí..-El perspicaz carmín ya podía adivinar cuales eran las reales intenciones del moreno y no pudo evitar soltar una sonrisa ladina, enseñando aquellos pequeños triángulos blanquecinos.
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La parca no ama.
FanfictionWilliam T. Spears es un hombre frívolo y muy apegado a las normas, por lo que, será muy difícil para Grell Sutcliff conquistarle, más sin embargo, el gerente, pronto se dará cuenta de que estuvo flotando en el aire por un buen tiempo y que tal vez...