El ave debe volar

567 33 4
                                    

Pasó el sobre blanquecino por sus manos, mientras mordía levemente su labio inferior y arrugaba el ceño; Los nervios jugaron un papel importante en aquel momento y él honestamente, no entendía  el por qué, por fin, regresaría a él la libertad que se le fue arrebata aquel nefasto día, su oficina volvería a estar colmada de pleno silencio y sus horas de trabajo pasarían lentamente, como ya tenía acostumbrado en el lapso de varios siglos.

Pero, ¿Por qué no estaba en alegría plena? Por un lado, bien sabía que Grell volvería a ser libre, ya no estaría en su totalidad, bajo su mando y tal vez, iría en brazos de aquel demonio que tanto odiaba, nuevamente, pensó que aquella relación de Demonio y Shinigami, no debía importarle en absoluto. ¿O si?

Al fin y al cabo, ambos se vieron envueltos en particulares juegos de oficina, después de terminar su trabajo; un pelirrojo le seguía hasta su casa, como un si fuese un gato que busca el olor de la comida enlatada y él simplemente, le dejaba entrar, a su hogar, a su vida, inclusive a su mente, permitiéndole jugar con sus emociones, sin si quiera estar allí.

Prioridad máxima.

Asunto: Reintegración de Grell Sutcliff a sus labores pasadas.

Leyó el título, una, dos, e incluso, tres veces, ¿Cómo ésto podría afectarle a él directamente? ¿Cuántas mañanas no deseó que aquella carta llegara a su oficina? ¿Qué había cambiado? Sabía bien la respuesta y se molestaba de tan solo pensar, que podría haberse, "Ilusionado" O simplemente, tomado como parte de su rutina, estar con Grell.

Y era imposible no pensarlo, La manera como devoraba su cuello, dejándole las marcas de su pertenencia por toda la piel, como su mano enguantada recorría el cuerpo delgado del pelirrojo y se sentía en plena vida, como si por sus arterias recorriera el oxígeno, haciéndole pasar, de ser un muerto, a un Ser repleto de vitalidad.

Pero era buena hora de dejarlo en el pasado, después de aquel día, todo lo que conoció en aquellos meses, pasaría a empolvarse en su mente, como lo hizo con sus años de juventud y a duras penas, llegaban a su mente unos muy cortos recuerdos de lo que fue él y la paz interior que habitaba allí.

La puerta de su oficina se abrió, el carmín asomó la cabeza, como si ya estuviera enterado de lo sucedido y se sintiera en el fondo, algo deprimido, ¿Y cómo no estarlo? William pasaría a ser secundario en su vida laboral; Anteriormente, solía verlo todas las tardes, pero ahora él, tenía nuevos encargos y no podía simplemente recibirle, cosa que al Carmín, no le agraba en lo absoluto, no deseaba romper aquel hechizo que los mantenía a los dos, ¿Hacía cuánto no le gritaba? No con tanta frecuencia, casi que se podía decir, que ambos, habían solucionado sus diferencias, por un corto tiempo claro.

-Will....Gracias por haberme recibido en tu oficina, pero, es hora de que regrese a lo que me apasiona- Ingresó a la habitación, dando pasos inseguros hasta el escritorio, con el rostro inclinado y ambas manos situadas en su espalda- Prometo no hacerte quedar en ridículo de nuevo.

-Ya lo sabe ¿Eh? Bien, solo déjeme firmar los permisos adecuados y podrá reclamar su guadaña -Él no le miró, se estaba haciendo a la idea, de que esa "Cosa" tenía lugar en otra parte, el cual, no era a su lado, ni en su oficina.

-¿Estás enojado Will?- Preguntó intentando buscar sus orbes, más el gerente tenía e rostro oculto, de nuevo, el rechazo, la agonía de un hechizo que se rompía lentamente y los regresaba a la realidad correcta, donde todo era dolor y la presión de una afecto inexistente.

-¿Qué cosas dice Sutcliff? No sabe la alegría que siento, al no tener que ver más por aquí su presencia rebelde- Tomó un bolígrafo y comenzó a poner su firma en tinta negra, sobre los papeles.

La parca no ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora