Capítulo 11

86 20 14
                                    

"¿Crees en el destino?"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"¿Crees en el destino?"

—Te encontré. —Declan entró en el aula de artes—. ¿Qué haces aquí? —frunció el ceño mientras caminaba hacia la pelinegra que le daba la espalda.

—Hola. —La muchacha giró para dedicarle una sonrisa, la cual en cuestión de segundos causó una sensación de calidez en el pecho del ojiverde—. En Estados Unidos comencé un curso básico para moldear arcilla, quería retomarlo.

—¿Justo antes del partido?

—Me ayuda a pensar. —Se encogió de hombros mirando el objeto que había creado—. ¿Qué te parece?

Declan se acercó para poder visualizar lo que la morena había hecho, sin embargo, no pudo evitar pasear su mirada por el cuerpo de la chica. Vestía un suéter delgado de cuello alto, el cual se escondía bajo un vestido ceñido de cuadros, para evitar el frío de la noche, y unas medias gruesas negras conjuntadas con unas botas marrones, todo aquello siendo cuidado bajo un mandil; de ninguna manera la morena permitiría que sus prendas se arruinasen a causa de la arcilla.

—Mmm... Está algo... —Inclinó su cabeza sin saber cómo concluir la oración.

—Torcido. —Asintió ella—. Ya intente enderezarlo, pero vuelve a inclinarse. Según yo, así no debería verse un jarrón. —Hizo un puchero mirando la pieza que tenía en frente.

—Déjame te ayudo. —El castaño se quitó su abrigo, tomó un banquillo y lo dejó detrás de Neferet. Luego se sentó y rodeó el delgado cuerpo de la de pelo rizado.

—¿Sa-sabes trabajar con arcilla? —Los nervios atacaron a Neferet, quien se regañó mentalmente por ser tan débil ante la cercanía del castaño.

—Mi madre solía hacer tazas con eso, así que me enseñó unas cuantas cosas. —El castaño tomó las manos de Neferet y se concentró en moldear el supuesto jarrón.

De a poco, entre ambos fueron corrigiendo el jarrón. La cercanía aumentaba entre ellos; Neferet giró un poco su rostro para ver a Declan, topándose con que él ya se encontraba hipnotizado mirándola. Sus respiraciones se agitaron y los centímetros de distancia parecían acortarse.

—Esto se parece a la escena de Ghost —susurró Neferet alternando su vista de los ojos a los labios de Declan.

—Nunca he visto esa película, pero sé que mi madre aprendió alfarería para poder recrear la escena con mi papá. —Una pequeña, pero genuina risa escapó de la boca del castaño.

—¿Lo hicieron? —Parpadeó emocionada.

—No, papá nunca captó la indirecta. —Negó ensanchando su sonrisa aún más.

—De tal palo, tal astilla —Neferet pronuncio en español aquella frase que su madre siempre le decía.

Como si fuese el gato de Coraline y la puerta secreta, Declan inclinó su cabeza con intriga. No sabía que la bella chica que tenía enfrente hablase tan bien aquel idioma, algo que provoco que aumentará las ganas de querer besarla.

Declan, el secreto de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora