"Los extranjeros se creen superiores"
—¡Ma! —Neferet llamó desde el piso superior, pero no obtuvo respuesta. Escuchaba el ruido que emitía la televisión, por lo tanto, estaba segura de que su madre si estaba en casa —. Mami... —volvió a llamar mientras bajaba las escaleras con las manos llenas de productos de limpieza, pero de nuevo, no recibió ninguna respuesta.
La de pelo rizado echó la cabeza hacia atrás un poco molesta por no recibir respuesta. En cuanto llegó al final de las escaleras se dirigió a la sala, logrando asustar a su madre quien apagó el televisor y pasó la manga de su suéter por su rostro.
—¿Estabas llorando? —Sorprendida, Neferet dejó a un lado los elementos de aseo, se acercó a su mamá para cerciorarse de que todo estaba bien.
—Es alergia. —Le sonrió mientras ocultaba el control remoto tras de sí.
—Oh, está bien... —Asintió y fingió alejarse. Antes de cruzar el umbral que daba paso a la cocina Neferet se arrojó sobre su madre y le arrebató el control.
En cuanto lo tuvo en sus manos y muy lejos de su madre, encendió el televisor, dejando a la vista el final de la famosa novela mexicana, Teresa.
—¿Estás viéndola sin mí? —La morena posó una mano en su pecho y miró hacia el techo aparentado dolor.
—No podía resistirme hija, lo siento. —La mayor siguió el juego, seguido de una mueca de culpabilidad mientras se acercaba a su niña y la rodeaba con sus brazos.
—Te perdono si me dejas salir hoy con Declan. —Se apresuró a decir la morena con una sonrisa inocente.
—Ese chico no me da buena espina.
—No lo conoces, pero es un buen chico, te lo aseguro, confía en mí —suplicó Neferet juntando sus dos manos en forma de plegaria.
—No. —Cortó su madre y se sentó en el sofá para continuar la novela.
—¡Mami!, ¡Hasta limpié los baños, por fis! —se quejó mientras pateaba el suelo. Su berrinche tenía como propósito molestar a su madre y que así le diese el dichoso permiso para su cita. Y acompañado de un pequeño plus, que era el de realizar algunos quehaceres de la casa.
—¿Qué ocurre aquí? —Una voz gruesa interrumpió la escena. Se trataba del padre Neferet, Boris, quien traía un periódico y una taza de café. La mayoría de personas ven raro que a las tres de la tarde el hombre acabase de despertar, pero la verdad es que así eran sus horarios: trabajaba en la noche y dormía en la mañana.
—No me quiere dar permiso para salir con Declan. —La de pelo rizado hizo un puchero junto con una mirada lastimera.
—¿Es el chico del que me hablaste? —preguntó el hombre apoyándose en la pared, a lo que su hija solo asintió entusiasmada—. No veo el problema, yo los llevo y los traigo, ¿queda claro?
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Declan, el secreto de un monstruo
KurzgeschichtenEl amor puede cambiar a las personas, y sin importar que, no se le niega a nadie, ¿no es así?, quizás Declan no sea una excepción, quizás él sólo necesita que alguien le enseñe como amar. Pero recuerda, no todo es lo que parece. 🥉Tercer puesto en l...