"Indirectas muy directas"
—¡Declan! —Oliver lo llamó, pero el nombrado no respondió, se mantuvo con el rostro recargado en sus manos mientras sus codos estaban apoyados sobre el mostrador. Cuando lo vio acercarse, le dedicó una mirada cansina para que se diera cuenta de que si lo había escuchado—. En la bodega hay una caja de comics; tráela y organízalos junto con los usados. —Declan asintió ante su petición y se encaminó a la bodega—. Y también pon un cartel que diga que tienen el diez por ciento de descuento.
Las tardes del castaño se resumían a trabajar en la tienda de los Morrison. La mercancía de la tienda era muy variada, pues no solo se vendían comics, sino que también se vendían libros escolares y de distintos géneros. Además, era una papelería e incluso se vendían artículos antiguos; los Morrison corrían con la suerte de ser una de las pocas tiendas en el pueblo que tenían esa temática, además estaba bastante cerca de la escuela a la que Declan asistía, por lo cual sus ganancias eran suficientemente buenas.
La familia Morrison era bastante agradable, a excepción de Oliver: el hombre era tan terco, desorganizado y grosero, que su actitud hacía que Declan deseara asesinarlo. De hecho, el castaño había imaginado un millón de variables de cómo quitarle la vida, su preferida era enterrarle y destrozarle el cráneo con uno de esos antiguos y oxidados candelabros olvidados en las últimas estanterías que debían de tener alrededor de una década; sin embargo, él se abstenía a darle vida a esa increíble escena, pues realmente necesitaba el trabajo. Aunque Declan ha sabido aprovechar las veces en que se encuentran solos para enloquecerlo, estaba seguro de que Oliver quería despedirlo, pero no podía por dos simples razones:
Primero, el padre de Oliver (el verdadero dueño) fue quien contrato al ojiverde. Y segundo, no existe otra persona que quisiera ese empleo, además Declan es quien mantiene el orden en aquel lugar.
Declan tomó un par de comics de la caja y se aseguró de que no faltasen páginas o que estuviesen rayadas; ese fue el procedimiento que usó con las demás revistas, separándolas según su estado. De las cincuenta historietas, unas quince historietas estaban en malas condiciones.
Fue al mostrador para preguntarle a Oliver que debía hacer con las historietas dañadas, pero en vez de encontrarse con él, se encontró con las dos mujeres de la familia Morrison: Charlotte y Katia. Esta última trenzado el oscuro cabello de su hija mientras conversaban sobre quien sabe qué.
—¿Qué tienes ahí, Declan? —Los oscuros ojos de Charlotte mantenían una mirada curiosa sobre la caja.
—Algunas historietas dañadas. —Se encogió de hombros dejando la caja sobre el mostrador. El castaño echó un vistazo para ver si estaba Oliver, pero no había rastro de él, quizá estaba en la parte de atrás con algún cliente.
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Declan, el secreto de un monstruo
Cerita PendekEl amor puede cambiar a las personas, y sin importar que, no se le niega a nadie, ¿no es así?, quizás Declan no sea una excepción, quizás él sólo necesita que alguien le enseñe como amar. Pero recuerda, no todo es lo que parece. 🥉Tercer puesto en l...