"Una sorpresa inesperadamente desagradable"
—¿Pueden creer que la biblioteca tiene un horario? —comentó molesta Emma mientras guardaba sus cuadernos de mala gana—. Se supone es un servicio que se nos concede por ser parte de la sociedad, además somos estudiantes, deberían tener este lugar abierto como mínimo hasta las siete de la noche.
Los otros cuatro chicos imitaron a la pelirroja, a excepción de que ellos lo hicieron con calma. Aquel viernes se había vuelto algo caótico en cuanto el maestro de física les avisó que tendrían que realizar un examen en la mañana siguiente, ¡Un maldito sábado!, ¿A quien demonios se le ocurría tener que levantarse temprano? Aparte de que esa asignatura era la más difícil, lo peor es que ninguno de los chicos comprendían completamente esa materia, por lo que decidieron estudiar juntos, sin embargo, aún faltaba material por el que repasar.
—Podemos seguir en mi casa, ¿les parece? —Neferet ofreció sin muchas ganas, a pesar de que sus nuevos amigos estaban a su lado la mayor parte del tiempo tratando de subirle el ánimo. La verdad era que la pelinegra había estado bastante decaída, ya que extrañaba una parte de su antigua vida.
Sin más opciones, los cinco se dirigieron a la casa de la morena. En cuanto llegaron, la soledad los saludó, así que sin esperar algo, todos se sentaron en el comedor y sacaron sus cosas. Un montón de hojas esparcidas por todos lados, con fórmulas fallidas y otras anotaciones ocultaron la mesa. Solo hablaban lo necesario, ya fuese para peguntar si iban por buen camino con los procedimientos, o si podrían prestar alguna goma para borrar.
—¡Hija, ya llegué! ¿Dónde estás? —Abby pegó un respingo del susto que había ocasionado su tía, entró tan silenciosamente que ninguno la había escuchado—. ¡Nef, te tengo una sorpresa! —La madre de la mencionada entró irradiando alegría, pero su rostro se tornó de confusión cuando vio a tantas personas en su casa.
—Lo siento ma. Teníamos que estudiar, y era el único lugar silencioso. —La mujer hizo un ademán con la mano para quitarle importancia, seguidamente hizo un escaneó de los invitados, topándose con un rostro que no había visto antes. La pelinegra lo captó y se apresuró a hacer las correspondientes presentaciones—. Él es Declan, Declan, ella es mi mamá.
—Mucho gusto, señora. —El castaño se levantó de su asiento y le ofreció la mano en forma de un saludo formal. La mujer, dubitativa, se acercó con lentitud, como si sus acciones fuesen a desencadenar una atroz situación. Sin embargo, nada pasó, todo se mantuvo en calma, pero en el pecho de la progenitora de la morena se instaló una fea sensación la cual prefirió omitir.
—Hija, te decía que tengo una sorpresa para ti. —La mamá de la morena ignoró la presencia de los demás, posando todo su atención en su pequeña—. Está en la sala, corre.
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Declan, el secreto de un monstruo
Historia CortaEl amor puede cambiar a las personas, y sin importar que, no se le niega a nadie, ¿no es así?, quizás Declan no sea una excepción, quizás él sólo necesita que alguien le enseñe como amar. Pero recuerda, no todo es lo que parece. 🥉Tercer puesto en l...