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Sus manos sufrían las consecuencia de su poco autocontrol, su labio tenía una pequeña herida debido a que inconscientemente lo mordió mientras pensaba es las consecuencias de sus actos.

-Deberías olvidarlo, te estás haciendo daño tú sola.-

Su hermana era consciente del daño que ella misma se causaba, había bajado mucho de peso y su salud cada vez estaba peor, pero eso no le importaba, lo único que le importaba era él.

Abrazaba el kimono que había elegido para su boda, boda que jamas llego debido a que días antes ella estaba hospitalizada por ingerir muchos tranquilizantes cosa que a naruto no le agrado mucho y decido terminar su relación.

Siempre había sido ella, desde que eran pequeños el corría tras la niña de cabellos rosados y ahora estaban juntos se iban a casar a formar una familia y ella ¿que sería de hinata? ¿Qué haría con todo el amor que tenía para él, para su naruto?

Había llorado tanto desde la última vez que lo vio, ese niño que sonreía para ella que alguna vez beso, ahora le había amenazado. Él realmente amaba a sakura.

-Hinata por favor, tienes que comer algo vas a enfermar.-

-¿que caso tiene seguir viviendo?- sollozaba la pobre.

-hay más hombres, eres perfecta podrás conseguir lo que quieras...-

-Yo lo necesito a él, no quiero a otro hombre-

-hina-

-¡Déjame en paz! ¿Por que no entiendes que no puedo vivir sin él? ¿Por qué nadie entiende que yo vivo por él y para él? ¡Lo necesito, sin él siento que me voy a morir! Yo... no soy nadie sin él -

Cerro los ojos y recordó todo aquello que habían vivido juntos, las veces que él la miró con amor, que le tocó su blanca piel. Si sakura no existiera él estaría ahí para ella, sería la madre de sus hijos, un niño y una niña; se dedicaría en cuerpo y alma a él.

Se estaba muriendo de amor.

Tenía que hacer algo para recuperarlo, lo que sea. Todo para que él volviera a su lado, por qué si no lo hacia esta vez si iba a morir.

La princesa de los hyuga estaba tan sola, se sentía tan abandonada, para su padre no era más que la vergüenza de la familia, su herman pequeña la había superado en todo y ella dolo estaba ahí llorando por alguien que claramente no la quería.
La envidiaba, envidiaba a Sakura haruro una kunoichi que no tenía un linaje como ella una mujer tan normal pero tan amada por todos, tantas veces pensó en que se sentiría ser ella. Su corazón se estrujaba con solo pensar en el odio que le tenía. Sakura debía sentir lo mismo que ella, sakura debía llorar lo mismo que ella, sakura debía sufrir tanto o más que ella.

Por otro lado sakura se encontraba entre las sabanas de seda que cubrían su piel blanca, naruto besaba su manos y sasuke admiraba sus mejillas rosadas.

-Eres tan perfecta-

Susurraba el rubio mientras subia hasta su cuello repartiendo pequeños besos por toda su piel. Beso sus carnosos y rosados labios, la miraba como si fuera de otro mundo.
Ella se limitaba a mirar lo que sus amantes le hacían, la cargaron posicionándose naruto de bajo y sasuke arriba, sus manos apretaban cada parte de su cuerpo sasuke ahora se dedicaba a morder sus pezones y naruto besaba su cuellos.

-Te amo tanto, eres como una diosa-

Le decía el azabache mientras que le lamia el abdomen. Ella gemia, gemia tan fuerte que le daba vergüenza, Nunca imagino estar así con ellos, pero los amaba que permitía que hicieran con ella lo que quisieran, le mordian dejaban marcas por todo su cuerpo y de una ambos entraron, se sentía tan extasiada. Se movían tan fuerte rápido que sentía que se iban a romper.

-¡ah! No.. se detengan-

Se escuchaba por toda la habitación. Los hombres también gemian estimulando todos sus puntos besándose entre ellos, sakura traba de recuperar la cordura pero los ojos azulados de naruro y el sharingan de sasuke la hacían volver a perderse en el extasis de placer.

Sintió como sus paredes se contraian un chorro de fluidos calientes corrían por sus piernas, el orgasmos invadió todo su cuerpo y enseguida los fluidos de sus amados compañeros de equipos. Se dejaron caer a un lado para luego abrazarse quedando ella entre los jadeantes pecho que subían y bajaban.

El cielo se quedaba corto con el paraíso que le habian construido esos dos.

-Te amamos tanto, saku-

Le decían mientras quedaban sumergidos en un profundo sueño.

-y yo a ustedes-

Estaban apunto de ir a quedarse dormida cuando alguien tocó el timbre. Sakura se levanto a ver quien era pero no había nadie, solo una caja sellada sin remitente y con su nombre.

La tomo y la puso sobre la mesa, dudo un poco en abrirla pero aun así lo hizo.

Un grito de terror alarmó a los shinobis haciendo que se corrieran hacia la pelirrosa.

-¡¿que pasa?!-

Ahí estaba ella en el suelo, con lagrimas en los ojos, una foto de sus padres quemada dos muñecos budu y la cabeza de algún animal que no se lograba reconocer.







Después De La GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora