Cala Es Talaier II (Alejandra)

1.2K 90 9
                                    

Anoche no pude dormir apenas. Mi conciencia y mi corazón estuvieron en una guerra que podría calificarse de mundial y nuclear. Tuve mucha ansiedad y sudé muchísimo, a pesar de que hacía un frío polar.

Mi cuerpo se batía entre seguir dándole pie a Darío o frenarlo. Luego entre mandar a la mierda a Hugo o esperarle. Para cuando me desperté, después de conseguir dormirme a los primeros rayos de sol de la mañana, todavía no sabía qué hacer.

Salgo de la tienda de campaña con un moño despeinado. Mis rizos están más fuera que dentro y era consciente de que me veo como un león. Llevo una camiseta ancha antigua de padre de deporte que parece estilo retro y unos pantalones cortos blancos con dibujos de Dumbo debajo, que la camiseta casi tapan.

—Buenos días a la Bella Durmiente —Oigo a Almudena decir a mi derecha.

Miro al suelo y está comiéndose dos magdalenas mientras se bebe lo que parece zumo de manzana. Como dudo de ella, pregunto.

—Espero que sea zumo de manzana y no cerveza —Me froto los ojos.

—Sí, tranquila, son las once, dame una horita más para preparar la cancha —Responde divertida. La fulmino con la mirada. No tiene autocontrol.

Pongo las manos en jarra y miro la playa. Toni y Martín están tumbados al sol, Toni lee un libro y Martín parece dormir. Raúl y Yago están pescando, o eso intentan, pero no tiene pinta de que vayamos a comer nada de lo que pesquen, porque va a ser inexistente. Sigo la playa con la vista y no veo a Darío, disimulo para que no parezca que le busco y abro una nevera para coger una magdalena.

—Daría hace rato que no le veo, por si te lo preguntas.

—No me lo pregunto, gracias.

—Ya, ayer tampoco te preguntabas nada de él —Miré a Almudena sin emoción en mi cara. Me ha sentido toda la noche dar vueltas—. No estás haciendo nada malo, Ale. No eres la mala de la historia.

Me como la magdalena callada y Almudena me coge de la mano. Desayunamos en silencio, hasta que decido coger ropa de cambio e ir a la camper a darme una ducha.

—Me voy a duchar, ¿vienes?

—Ya me he duchado, luego por la noche vamos juntas otra vez... —Me mira y hace una mueca—. ¿O prefieres que no nos quedemos otra más?

—Tú si quieres —Mi cabeza vuelve a ir a mil. No me siento mal como para irme, pero no siento que esté haciendo lo correcto—. No te preocupes, una noche más no creo que cambie mi vida.

Le doy un achuchón a Almu y me dirijo en chanclas hacia la camper, con un bikini en la mano y un vestido de playa largo gris oscuro. El camino es un martirio, se me hace eterno y el calor me hace sudar enormemente, me siento pegajosa. ¿Dónde cojones estará Darío? A saber, me espero que se haya ido a investigar la playa, no soy capaz de adivinarle el siguiente paso.

Abro la camper y suelto la ropa que traigo en los asientos donde vinimos sentados en el viaje, bebo un vaso de agua del grifo y me desnudo. La ducha está al final de la camper, ya que esta tiene la cama en el techo, donde después se empuja hacia arriba una plataforma y se crea el hueco para dormir. Me froto un ojo y abro la mampara de la ducha, pero oigo como se abre el agua. Abro los ojos y grito al ver a Darío delante de mi entero enjabonado y sonriendo.

—No quería despertarte, pero si llego a saber que te quieres duchar conmigo, te hubiese avisado —Sonreía y no se tapaba, a diferencia de mí, que como podía me tapaba mis partes, sudando aún más—. ¿Entras?

—¡¿Por qué nadie me ha avisado?! —Grito a la vez que cierro la mampara y corro a por la primera toalla que encuentro en uno de los cajones.

—¿Avisarte de qué? —Puedo sentir su sonrisa en la cara. 

Catfish [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora