Nerja (Darío)

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Nunca había tomado tantos aviones tan seguidos en tan pocos días. Coger un vuelo de Menorca a Málaga es difícil, hay poco directos y encima vuelan los billetes, por lo que hemos tenido que ir a Madrid y de allí, a Málaga. Un dato importante es que Raúl y Almudena han venido también.

Alejandra dice haber arreglado las cosas con Almudena, pero ella no para de mirarme como si me estuviese perdonando la vida constantemente. Aunque prefiero eso antes que estar discutiendo todo el rato. No me creo que se le pase pronto.

Hemos quedado con sus padres en un bar, no van a traer a sus hermanos porque dice que son muy escandalosos y que prefiere que no me conozcan por el momento. Cierro la maleta después de guardar todo en el armario para que no se arrugue la ropa y me siento en la cama.

—Mi padre te va a parecer un muro nada más que lo veas —Dice Alejandra tumbándose detrás de mí—. Es muy tímido, pero no muerde. Por dentro seguramente esté diciendo cosas buenas, pero solo exteriorizar regañinas.

—Vaya, que gran ambiente va a haber —Respondo desanimado.

Raúl toca a nuestra puerta para decirnos que ya están listos. Han decidido quedarse también en el hotel, aunque en vez de quedarnos Raúl y yo juntos, las chicas van a quedarse. Obviamente la madre de Almudena se ha ofrecido a que Raúl se quede en su casa, pero creo que se siente un poco cohibido.

Salimos del hotel y caminamos siguiendo a las chicas, que van delante hablando. No decimos una palabra, estamos acojonados. Los padres de Almudena se van a presentar de última hora también, por lo que en vez de una comidita rápida en un bar, va a ser un banquete.

Resoplo.

—Tío, deja de hacer eso —Raúl me da un golpe en el brazo—. Me estás poniendo de los putos nervios.

—Como si no lo estuvieses ya —Digo por lo bajo.

Lleva todo el día rascándose la cabeza como si fuese a arrancarse el cuero cabelludo. Cuando se pone nervioso, suda, y cuando suda, le pica la cabeza. Eso sí que es insoportable.

La idea de las niñas era llevarnos a ver cosas del pueblo y si daba tiempo en este viaje exprés de tres días, ver algo más de la provincia, pero ya sé yo que eso no va a pasar. Hoy es el primer día, mañana querrán que vayamos a casa de Alejandra y pasado será un caos para volver. Veremos con suerte algo llamado el Balcón de Europa y tendremos que dar las gracias.

Llegamos a una calle peatonal donde hay varios bares en ella. Las chicas buscan con la mirada y al cabo de unos segundos veo que se rinden, sonrío por dentro. La felicidad no me dura mucho cuando veo que ambas empiezan a hablar en voz muy alta, básicamente chillando y haciendo aspavientos con las manos.

—Ay, Dios —Oigo jadear a Raúl—. Ahí está Luli.

Dos mujeres salen de la terraza del bar, dejando a dos hombres en la mesa que las miras, levantándose después. Me acerco donde están después de que Alejandra nos haga una señal y se echa a un lado, donde una mujer de pelo rizado rojizo y morena me saluda con los brazos abiertos y la misma sonrisa que Ale.

—Ay, hijo, yo soy Rosi, la madre de Alejandrita —Dice con un acento marcado y una ternura enorme.

—Encantado —Consigo decir. Rosi se tira a mis brazos y me da un buen apretón mientras Alejandra se ríe mientras me mira. ¿Alejandrita? A ver quién ríe el último.

—Y este es mi marido, Carlos —Dice Rosi señalando a un hombre que se acerca detrás de ella. Es alto, con el pelo negro y la piel algo más blanca que la madre de Alejandra. Se le ve fuerte, pero no delgado, como si los años hubiesen hecho ya mella en él.

Catfish [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora