Darío se remueve constantemente en su asiento y eso me provoca una sonrisa escondida permanente. Sé que no quiere volver a Menorca porque le da miedo como le pueda recibir Almudena. Hemos quedado en que yo no le diría nada a mis padres, por el momento, porque bastante han tenido con noticias de última hora y que encima, ninguna buena o fácil de digerir.
—Me estás poniendo más nerviosa... —Intento decir en un tono suave.
—Lo siento, reina —Se pasa la mano por el pelo y seguidamente por la cara, mientras bufa—. Vale, estamos bien, ¿no? Estamos bien, no hay de qué preocuparse. Nuestro vuelo a casa sale en cinco minutos y no va a pasar nada. Vamos a hablar mucho y reírnos, se pasará rápido.
—Darío, aunque Almu te odie ahora mismo, ya sabes que se dice... No hay mal que cien años dure. Ya he hablado con ella.
—No es solo ella —La azafata le deja con la palabra en la boca y nos preparamos para despegar. Nos lleva un rato hasta que vuelve a hablar—. Es la nueva situación. Ahora lo nuestro si parece real y siento que si nos miran, van a saberlo todo.
—Siento decirte que mi proyecto envuelve esta historia —Digo sin miramientos. El miedo nunca me ha dejado tener tacto, ni pensar las cosas dos veces.
—¿Vas a contar con pelos y señales el tipo de capullo que soy? —Me mira entre temeroso y sorprendido.
—Voy a contarle al mundo una historia parecida a la nuestra, que no es necesariamente la nuestra —Corrijo—. No creo que sea la única persona en el mundo a la que le haya pasado esto.
—Está claro que no, pero me hace sentirme desnudo.
—¿Qué temes, Darío? —Pregunto seriamente—. ¿Qué temes de verdad? ¿El escrache público? ¿La vergüenza?
—Pues... —Mira al suelo dubitativo—. Temo darles la razón públicamente demostrando que soy un mal tío. Un capullo.
—Yo no pienso que seas mala persona... Pero si has hecho cosas malas —Tomo una profunda respiración—. Como todos en el mundo. Nadie está libre de pecado.
Darío guarda silencio y al cabo de unos minutos se enfrasca en la lectura del libro que ha traído al viaje. A ser sincera, no creí que a Darío le gustase leer. No le pega, para mí, no es alguien que toque un libro, pero eso sería dejarme caer en la trampa de la prensa.
Si es cierto que me he preguntado muchas veces cómo sería Darío si no fuese un personaje público. Me refiero a cuando me dijo que yo era natural, de la tierra, pero él era una simple imagen del mundo al que pertenece. Dudo que Darío fuese feo aunque no fuese conocido. Quizás sus dientes tendrían un color algo más amarillento, algo más natural o tendría algún grano más, porque salir, creo que le ha salido uno en el tiempo que llevo con él.
A lo mejor no estaría tan musculoso, no haría tanto deporte y sería más delgado. Su pelo no estaría bien cuidado y sus rizos estarían hechos un desastre. Pero lo que más me da miedo preguntarme es, ¿me habría fijado en él si hubiese sido así? No puedo engañar y decirme que no me fijé en él porque no me parecía atractivo. Darío está buenísimo, es un hecho, pero puede que no se cuidase tanto si no viviese de su imagen. Su pelo recortado en el torso, en las axilas depilado, el pelo de las piernas siempre también recortado...
—¿Es duro ser tú? —Pregunto de repente.
Darío me mira mordiéndose la piel de alrededor de su pulgar izquierdo mientras sujeta el libro con la mano derecha, algo encorvado. Alza las cejas, perdido.
—¿Lo es? —Repito.
—Bueno, estar jodidamente bueno no es algo fácil de llevar —Se pasa la mano por el torso con una mirada lasciva y sonriendo—. Mantener a raya a todos los que se tiran a mí como lobos es duro, pero uno hace lo que puede.
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Catfish [+18] ✔
Romance4 DE OCTUBRE EN FÍSICO ✨FINALISTA WATTYS 2023✨ Alejandra lleva un año saliendo con Hugo, pero su relación tiene un toque especial: es a distancia. Decidida a conocerlo en persona, y desafiando la oposición de sus padres, Alejandra se embarca en un v...