Nunca me había peleado. Jamás en mi vida, ni de pequeño. He sido siempre, y lo soy, una persona muy pacífica y que cree que las palabras arreglan todo, pero lo de anoche es algo excepcional. Me sorprendí a mí mismo con la rabia y decisión con la que me lancé a aquel chaval. En mi cabeza se me pasó de verdad matarlo a golpes.
Cuando llevaba un rato con el bolso de Alejandra apoyado en la barra y mirando el móvil, me empecé a extrañar. Vi que el pasillo del baño se había llenado mucho en breves, así que decidí asomarme desde la barra para ver si la veía, creyendo, iluso de mí, que estaría haciendo migas con alguien.
Guardé el teléfono en el bolsillo del pantalón y le dije a la camarera que le echase un ojo al bolso. En cuanto vi como le tenía cogida contra él, con la mano en el culo, hincándole los dedos, me entraron los siete males. Las orejas me ardían y los tres botones de la camisa me parecían poco. Me abrí paso corriendo entre todos y le estampé un puñetazo en la cara, empujando del pecho con una mano a Alejandra. Lo demás... es historia.
Cuando Alejandra me besó anoche la herida, me costó no seguir, aunque me martillease el dolor, pero dijo que nada de sexo y así fue. Aun así, dormimos abrazados y como podía besaba su cuerpo, descansando entre dolor y dolor hasta quedarnos dormidos. Le veo ahora abrir los ojos, pestañeando seguidamente y encontrándose conmigo.
—Buenos días, reina —Susurro con la voz ronca. Muy mañanero todo.
—Hola —Sonríe—. ¿Qué tal tu labio?
Alejandra se sienta en la cama y le copio, me agarra de la cara con las manos y lo examina.
—Tu beso fue curativo —Parece pillarle de sorpresa y se sonroja.
—Bueno, deberíamos de limpiarlo otra vez, parece que está saliendo ya costra.
—Si llego a saber que ibas a ser mi enfermera, te hubiese pedido un trajecito —Le guiño un ojo.
Niega con la cabeza mientras mira el techo y esconde sin éxito una risa. Sale de la habitación y vuelve con las gasas y el agua oxigenada. Entra al baño, le oigo lavarse las manos y para cuando vuelve ya estoy sentado donde ayer, con las cosas listas. Me podría curar solo, ¿pero quién en su sano juicio rechazaría esto?
—Vaya noche... —Resopla mientras tira de los puntos de papel y yo hago una mueca de dolor, cerrando un ojo.
—Ahora mismo lo volvería a hacer, no me arrepiento —Me encojo de hombros cuando me ha quitado los puntos.
—¿Te gustaría buscarte una ruina? —Me pregunta incrédula.
—¿Crees que él podrá hablar mucho sin decir que estaba sobándote sin tu consentimiento? —Alzo una ceja retóricamente. No responde.
Cierro la boca y limpia la herida con las gasas y el agua oxigenada, secándolo después con estas. Coloca las cosas en la misma bandeja de ayer y hace el amago de irse, pero le freno, agarrándole por las piernas como ayer.
—¿Y mi besito sanador? —Hago un puchero, pero la herida me provoca un pinchazo y nos reímos.
—Creo yo que eres más listo que el hambre... —Niega con la cabeza. Sus manos frías se posan en mi cuello y un beso caliente se posa en la herida, casi sin rozarme—. ¿Cuántos hacen falta? —Susurra contra mi boca.
—Ve poniendo y ya te digo —Respondo sonriendo contra sus labios.
Alejandra me besa de nuevo en la herida, con sumo ciudad y al separarse tuerce la cabeza hacia el otro lado y me besa en los labios, suavemente y despacio sin tocar la herida. Al separarse de mí le miro sorprendido con una sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Catfish [+18] ✔
Romance4 DE OCTUBRE EN FÍSICO ✨FINALISTA WATTYS 2023✨ Alejandra lleva un año saliendo con Hugo, pero su relación tiene un toque especial: es a distancia. Decidida a conocerlo en persona, y desafiando la oposición de sus padres, Alejandra se embarca en un v...