Mykonos (Darío)

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La conversación en el mirador nos sirvió para relajarnos un poco, aunque yo mismo estuviese a punto de descubrirme ante ella. Por suerte, como es normal, no pensó en ningún momento que pudiese ser de esa manera.

Al día siguiente hicimos un recorrido por la Colina Filopapo, para cuando bajásemos pasar por un barrio muy bonito llamado Anafiótica, pero no nos pudimos parar mucho porque teníamos prisa por ir al Museo de la Acrópolis de Atenas, para profundizar un poco más en la historia. Seguidamente fuimos hasta el Jardín Nacional de Atenas, que está al lado del Estadio Panathinaiko, donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos modernos. Luego volvimos al jardín y echamos un vistazo a varias iglesias que había por los alrededores, finalizando ahí el día.

El último día completo en Atenas fue un caos, la guía quería seguir el itinerario, pero muchas cosas estaban cerradas sin previo aviso, nunca supimos que pasó par que estuviese cerrado. Así que como pudo, nos hizo una pequeña ruta por la ciudad con curiosidades que no se suelen contar a los turistas porque no da tiempo en el viaje de Atenas en 3 días.

Ayer con el cansancio de estos días pateando Atenas y el vuelo al final de la tarde, solo nos dignamos a cenar e irnos a la cama. El hotel es genial, tiene una playa privada y tenemos una piscina que empieza en el salón de la habitación y sale hasta la terraza. Para más intimidad cogí una de las habitaciones más metidas en la colina, ya que el trayecto a la playa iba a ser corto si o sí.

Hemos pasado la mañana y la tarde en la playa, al final la piscina no nos ha gustado tanto porque el agua se queda muy fría al estar la mitad a la sombra las 24h del día. He querido llevarle a un restaurante del pueblo para después por fin decirle la verdad, sé que me nota nervioso porque me ha preguntado alguna vez si estoy bien o si me encuentro mal, tengo que estar pálido.

—¿No te ha gustado la comida? —Me pregunta después de que el camarero se lleve el dinero para cobrarse y traer el cambio.

—Sí, claro. Estaba buenísimo —Respondo. Me fijo en sus clavículas, ya ha recuperado el peso que perdió esas dos semanas que lloró por Hugo y en parte mi mayor miedo es que vuelva a caer en ello por mi puta culpa. Me froto la frente, que me suda.

—¿Seguro? No has pedido postre y tampoco te has comido todo. Creía que te había encantado la gemistá.

—Sí, pero tengo el estómago un poco revuelto, no sé por qué —Intento quitarle importancia y espero a que Alejandra coja el dinero que trae de vuelta el camarero.

Nos levantamos y salimos del restaurante, paseando por las calles Mykonos. Queríamos ver algún monumento en estos tres días que nos quedan por delante, pero cada vez temo más como va a explotar todo. ¿En qué estaba pensando? ¿Creía que me saldría con la mía por llevármela a la otra punta del Mediterráneo? Cuanto más lo pienso, más avergonzado estoy.

Nos acercamos al mirador que vi más cercano en internet y gracias a que hacía bastante humedad, no había gente a penas. Podíamos sentarnos en un banco bastante alejados de los demás sin que nos oyeran, aunque bueno, ni hablamos el mismo idioma. Lo que me preocupa es como estalle Alejandra y que todos nos miren. Hay mucho turista y alguna que otra fan me ha parado ya, no querría que nadie documentase eso.

Cuando solo queda una pareja más al otro lado del mirador, quienes se están besando como si no hubiese mundo alrededor, Ale rompe el silencio.

—Te sabes todos los miradores bonitos, parece que ya habías estado.

—Como ya sabes, se me da bien buscar en Google —Respondo con una sonrisa torcida y bastante forzada.

El silencio se hace entre nosotros y aunque para ella simplemente sea uno más, para mí es el más incómodo que he tenido en mi vida. Me aclaro la garganta y me coloco de forma que nos vemos de frente. Alejandra me mira expectante sabiendo que voy a decirle algo.

Catfish [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora