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Capítulo 3. Sol calienta, pasto verde.
— ¿Papá? — preguntó Maggie confundida. Acababa de dejar a Robby en la correccional, su rostro era un asco, estaba cansada y sus ojos estaban hinchados de tanto llorar. Ya había llamado a Daniel y lo único que quería era ir a descansar. Al llegar a su casa encontró a su padre en la cocina. — ¿Que haces?
— Convencí a Jughead de ir a la escuela, les prepare el desayuno y el almuerzo, y lo lleve hasta West Valley— contó mientras colocaba un plato en la isla para Maggie— Pensé que te gustaría desayunar.
— Huele bien — susurro sentándose.
— Pancakes de chocolate con banana, y un delicioso chocolate caliente — musitó Kreese con una sonrisa.
— Como cuando era pequeña... antes de irnos a vivir a encino — río melancólica.— Era la mejor parte del día, luego íbamos caminando al dojo.
— Tus piernas cortas corrían tratando de seguirme el paso, entonces tenía que colocarte sobre mis hombros porque te cansabas demasiado.
Ambos rieron recordando aquellos momentos.
— ¿Que pasó con Charlie?
Maggie trago en seco.— Cumplió treinta años junto a mí cuando Reese y Jughead nacieron, los veterinarios dijeron que era muy raro, ningún perro vive tanto. Resistió cinco años más, murio cuando Aidan tenía tres años. No hay día que no lo extrañe.
