3

840 97 6
                                    

Metí el chicle a mi boca mientras caminaba lentamente por el pasillo como era de costumbre.

Mi mente no dejaba de dar vueltas. Necesitaba descubrir la verdad detrás de la fachada de Jeon Jungkook. Ese tipo irradiaba una confianza irritante, como si fuera intocable. No iba a quedarme de brazos cruzados. No podía soportar cómo me había mirado aquel día, como si estuviera por encima de mí.

Estaba a punto de llegar al salón. Siempre fui responsable. Podía asegurar, con toda seguridad, que mis calificaciones eran de las mejores. Siempre asistiendo a clases y siendo obediente con los maestros.

Por eso, entré en el aula vacía y me detuve frente al escritorio del profesor de artes. Él se quedó callado observándome por mucho tiempo. Mis dedos jugueteaban con el borde de mi camiseta, un gesto involuntario que hacía cuando sentía que todo en mí estaba a punto de explotar. Estaba cansado, harto. Muy harto.

La rabia, el miedo y la impotencia se enredaban dentro de mí, formando un nudo que amenazaba con sofocarme. Y aun así, no dije nada. No me atreví.

Evitaba mirarlo a los ojos, enfocándome en el borde de su escritorio, en las hojas desordenadas que tenía frente a él. Traté de calmarme, así que respiré y guardé mis manos en los bolsillos de mi pantalón. Odiaba agachar la cabeza, odiaba sentirme pequeño, pero siempre a los mayores se les debía respeto.

Recordé entonces que todos siempre pronunciaban mi nombre en sus asquerosos labios. Nunca me soltaban.

Me dijeron que Taehyung se le insinúa al maestro” “¿Entonces si es gay?” “Dejó a Min Yoongi por un profesor” “¿es el de artes o el de inglés?”

Un hormigueo incómodo recorrió mi espalda, y apreté los puños dentro de los bolsillos.

—Recoge las hojas mañana y las llevas a mi escritorio. —El maestro me dio una sonrisa que pretendía ser amable, pero en el fondo yo sabía de lo que se trataba.

Asentí con la cabeza, sin atreverme a sostenerle la mirada ni, mucho menos, devolverle la sonrisa. Salí del salón con prisa, sintiendo que el aire ahí dentro se volvía casi irrespirable. Ese lugar me hacía sentir sucio, como si el simple hecho de quedarme a solas con él confirmara todos los rumores que había sobre mí

¿Había tenido la oportunidad de cambiarme de club? Sí, por supuesto. Pero no lo hice. Me convencí de que este año sería diferente, de que cambiarían de profesor. Pero no fue así.

¿Tenía miedo? Si. Más del que quería admitir.

Apreté los dientes porque me tuvo ahí más de diez minutos solo para decirme esa mierda. Cada paso lejos de ese lugar me daba un poco de alivio. Tenía que llegar al vestidor. Ya iba tarde para la clase de deportes.

—Maldito hijo de puta —mascullé entre dientes al detenerme frente a mi casillero. Mis manos, temblorosas de frustración, forzaron un poco con el candado antes de abrirlo y sacar el uniforme de deportes.

—¿Quién? —Una voz detrás de mí rompió el silencio y me hizo sobresaltar. Me giré, encontrándome cara a cara con Yoongi. Su expresión, aunque tranquila, llevaba una chispa de curiosidad—¿Alguien te está molestando? ¿Estás asustado? ¿Te hicieron algo? ¿Quién…

—Es suficiente. —Lo interrumpí con brusquedad, levantando una mano para detener su interrogatorio. El sonrió y yo lo fulminé con la mirada antes de darle la espalda. Min sonreía como si todo estuviera bien, cuando el día anterior, después de salir del salón de los menores, me dejó solo, por irse con el grupito de su equipo de fútbol—. Deja de sonreír. ¿Estás contento porque al fin salí del closet?

Falso Nerd || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora