𖡼.𖤣𖥧8𖡼.𖤣𖥧

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Un silencio se formó dentro de aquella habitación de hotel, donde en esos dos últimos días aquellas paredes fueron testigos de sus tristezas. Tokio miraba fijamente a su amigo, con una mezcla de emociones, enojo, tristeza, decepción, impotencia, todos mezclados en su interior, golpeando con fuerza su pecho y eso que estaba seguro de que todavía no llegaban a la parte más fea de la historia.

La forma en la que Jalisco relataba lo hechos era doloroso, si bien hasta ahora solo contó cosas "normales" como lo era un día con su familia, lo hacía con un dolor impregnado en su rostro, como si esos recuerdos fueran de hace años, como si nunca pudiera volver a sentirlos.

Tokio sabía del problema emocional que Jalisco cargaba respecto a su familia, pero ese era otro tema. Jugaba con el borde de su camisa, en un vago intento de calmarse, no quería presionar al bicolor pero realmente se estaba muriendo por saber qué más pasó y que tan fuerte afectó a su amigo y así saber qué tanto sería el dolor que le provocaría a Toledo.

Por otra parte el de bandera azul y amarillo estaba en silencio, mirando sus manos sin poder levantar aún la mirada, todavía ni contaba la mitad y ya sentía como sus ojos picaban, como el nudo se formaba en su graganta pidiendo a gritos poder llorar y desahogarse de una vez. Explicarle a su mejor amigo como se sentía era algo que anhelaba bastante, contarle lo patético se sentía, lo mal que se sentía, gritar una y otra vez cuán cansado estaba, pero no podía permitirse derrumbarse, todavía tenía cosas que hacer, tenía que cuidar de sus hermanos y de su territorio, tenía que serle útil a México y a los demás, ser un buen amigo y compañero, porque aunque se desapareció jamás dejó de ser "útil" como él decía, seguía haciendo su trabajo y procurando estar para sus hermanos, seguía haciendo esos favores a CDMX. Entonces no habría problema ¿No? Seguía siendo útil para los demás... Entonces ¿Por qué le dolía tanto?

Una amarga risa salió de sus labios y finalmente levantó la mirada, conectando su vista con el japonés.

El contrario se sorprendió pero no apartó la mirada, más bien suavizó su semblante, tratando de descifrar qué mierda significaba la mirada del mexicano, ¿Enojo?¿Tristeza?¿Odio?¿Ganas de morir?¿¡Que!? No lo sabía, pero tenía miedo de no averiguarlo y no poder ayudar a su amigo.

-No quiero aburrirte con mis problemas emocionales, no te haré más largo el cuento.- Dijo finalmente. Al fin sentía como podía hablar normalmente otra vez sin aquel nudo en la garganta que siempre lo atormentaba.

Tokio sintió una punzada en el corazón, frunció el ceño y simplemente asintió suavemente.

Hace unos meses

Los tres entraron a la tan aclamada fiesta, varios los saludaban y hablaban un poco. Llegaron a la cocina dónde en la mesa había una gran cantidad de vasos de colores con alcohol de dudosa procedencia, pero ya entrando en calor ni se sentía.

Cada uno tomó un vaso y no tardaron en entrar en ambiente, tanto así que NL ya estaba coqueteando con alguien y CDMX estaba en una competencia de shots. El bicolor solo los miraba y se reía, no quería emborracharse tan temprano, quería disfrutar la fiesta y todo mejoró cuando alguien gritó su nombre llamando la atención de todos en la cocina.

-¡Jalisco! Mi parce, ¿y ese milagro que se deja ver?.- comentó felizmente Córdoba, con los brazos extendidos y una gran sonrisa.

-Córdoba que pinche gusto verte wey.- el bicolor le devolvió la sonrisa y abrazo felizmente al colombiano, abrazo que duró más de lo normal, cosa que notaron los hermanos del bicolor.

-Venga para acá mi amigo, lo voy a llevar a dónde está la verdadera fiesta.- colocó su brazo por los hombros del más bajo y lo guío fuera de la cocina.

No Seas Pendejo ¡Ya Dejate Querer! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora