Historias de fantasmas

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Despertó entre gritos y pataleos. Podía sentir sus pulmones llenarse de agua, podía sentir su piel lacerada por la frialdad de las aguas y las rocas. Podía sentir tanto dolor físico y emocional.

-No... no...

¿Cómo pudo hacerlo? ¿Por qué la dejo?

Se levanto, con lágrimas en los ojos y miro el imponente retrato de Alec, llena de rabia y frustración por Mery.

-¿Por qué hiciste algo así? – le grito al retrato.

-¡Dina! ¿Qué demonios te pasa? – escucho a Ivy detrás de ella.

-Yo... no lo comprendo... realmente parecía... creí... que me... que la amaba... de verdad lo creí... ¿Cómo pudo hacerme algo así?

-Dina, no se dé qué demonios hablas.

-Él la abandono, a Mery... todo fueron mentiras y la dejo y ella... se tiro por el risco...

La mirada en los ojos de Dina preocupo mucho a Ivy, parecía fuera de sí.

-Dina... nos iremos de aquí... lo lamento pero este lugar te esta trastornando.

-¡No! No me iré... necesito saber que sucedió con él.

-¡Dina! Escúchame, son solo sueños... son extraños, constantes y lineales, pero solo sueños... nos iremos de aquí, regresaremos a casa y buscaremos ayuda psicológica. Y estarás bien. ¿Entiendes?

Había tanta impotencia y desesperación dentro de ella que no pudo más que echarse a llorar.

Ivy se quedo con ella en la cama acariciando su cabeza y susurrándole que todo estaría bien pero Dina presentía que de algún modo, todo sería distinto.

A la mañana siguiente mientras Ivy dormía, Dina se puso una gruesa chaqueta y salió al pueblo.

Los lugareños siempre amables y sonrientes la recibieron con agrado. Dina pensó que estas personas debían ser los hijos de los hijos de los hijos de las personas que Alec conoció y gobernó alguna vez.

Miro los anchos horizontes verdes y lo imagino galopando, riendo y... yéndose...

Se acerco a una mujer bastante anciana. La mujer le sonrió mientras continuaba trenzando una cesta con unas ramas secas.

-Me preguntaba si usted sabría... algo sobre... el castillo, sus dueños anteriores... bueno... de hace mucho, mucho tiempo.

-Mucho, mucho tiempo es lo que llevo sobre la tierra mi niña, pregúntame y tal vez tenga respuestas.

-No creo que usted los conociera, pero tal vez sus abuelos...

La anciana levanto la mirada curiosa.

-El duque de Alecbury. Tenía un hijo... Alec... quien...

La anciana la miro divertida.

-Ah... ¿Asi que te interesan las historias de fantasmas?

-¿Fantasmas?

-Sí, si... esa es una de mis favoritas. Me la contaba mi madre cuando era pequeña.

-¿S... sobre Alec? – pregunto Dina preocupada por Alec relacionado con fantasmas...

-El joven hijo del duque... se enamoro de una criada del castillo. Pero cuando su padre se dio cuenta le prohibió verla... la joven totalmente desgraciada, se lanzo por aquel risco.

La anciana señalo el risco lejano que Dina había estado evitando observar. Sintió un terrible escalofrió cuando poso su mirada allí.

-Se dice, que en las noches tormentosas, el fantasma de la chica regresa a llorar su perdida. Pues se quito la vida, y eso peca contra las leyes de dios.

-¿Y él? ¿Qué sucedió con Alec?

-El joven... nadie lo sabe... - soltó la anciana pensativa – simplemente desapareció. Algunos contaban que se había quitado la vida para seguir a su amada... pero su cuerpo jamás fue encontrado para asegurarlo. Otros dicen que el Conde lo asesino con sus propias manos, y por eso se volvió loco. La culpa lo carcomió hasta que pereció en su propia locura.

Dina miro el piso... ahora tenía más preguntas que respuestas.

-Y está, claro... la historia de la bruja.

-¿Bruja?

-Si mi niña, toda buena historia de fantasmas tienen una bruja. Otra versión dice que una mujer estaba comprometida con el joven hijo del duque, y esta, al enterarse de que el muchacho planeaba escapar con la criada, lo embrujo... lo transformo en sapo o algo así... y a su padre lo enloqueció. Él termino sus días poco después de esto. La duquesa hacia mucho que había muerto y entonces... el castillo se quedo sin dueños... hasta que la hija menor del duque se caso y su marido tomo el castillo. Aunque jamás volvieron... le temían demasiado a los fantasmas de su propia familia.

-¿Y qué paso con la bruja?

-Nadie lo sabe... pero se dice... que en las noches de luna llena, se le puede observar, recorriendo los pasillos del catillo.

Dina sintió escalofríos de nuevo. Algo en esta historia le ponía los pelos de punta a pesar de que su cerebro le dijera que era una locura algo dentro de su ser se aferraba a ella como si fuese la única verdad que conociera.

-Muchas gracias por hablar conmigo. – soltó a la anciana.

Ella le devolvió la sonrisa.

-Por nada mi niña... no olvides poner sal en la puerta cada noche de luna llena. Alejara a las brujas.

Dina le dijo que lo haría y volvió al castillo.

Encontró a Ivy haciendo las maletas.

Su amiga estaba decidida a sacarla de ahí y Dina no podía decir que fuese una mala idea. El castillo la estaba trastornando. Ese retrato la estaba trastornando. Pero, el solo pensar en irse... jamás volver a verlo...

-Bien... pero me llevo el retrato.

-¡Claro que no! Es por lo que estas como una puta cabra para empezar.

-No lo dejare. – soltó y comenzó a caminar hasta su habitación. Se subió al mueble de roble que había bajo el retrato y comenzó a intentar bajarlo de la pared.

Estaba demasiado pegado, ni tenía un clavo que lo sostuviera, estaba literalmente pegado a la pared. Dina se destrozo un par de uñas tratando de bajarlo.

-Dina, déjalo ya.

-¡No!

-Destruirás el cuadro y la pared.

-¿Por qué no se puede...? – soltó jalando con todas sus fuerzas.

-¡Dina! ¡Te lastimaras!

Escucho un desgarro y cayó hacia atrás, golpeándose la espalda y la nuca.

El grito de Ivy la hizo tratar de levantarse a pesar de su dolor, aun con los ojos cerrados.

-Estoy bien, estoy bien... - la tranquilizo mientras se apretaba la nuca con sus palmas.

-¿Co... co... como... es que... saliste... de... del retrato?

Escucho el miedo en la voz de Ivy pero no logro comprender sus palabras.

Abrió los ojos de a poco cuando el dolor disminuyo y pensó que se había golpeado más fuerte de lo que pensó.

Frente a ellas, había un enorme hombre, de cabello largo, negro al igual que su prominente barba que usaba un kilt negro.

-Alec... - soltó antes de que todo se pusiera negro. 

El retrato del Duque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora