Sola, en un tiempo que no era el suyo.

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Corría por el camino empedrado tan rápido como podía, el viento helado le agrietaba las mejillas y los labios pero no lo sentía, tenía que llegar al retrato, debía sacar a Alec de ahí.

Ni un guardia la retuvo, supuso que la conocerían por ser una de las sirvientas del castillo. Entro por la puerta de la cocina como había hecho un par de veces antes, en sus sueños.

Todo era tan irreal y al mismo tiempo... parecía que había sido Mery desde siempre.

Se encontró con una mujer mayor que ella en su camino a su habitación, o a la que había sido su habitación... más bien, a la que sería su habitación.

-Mery ¿a donde crees que vas?

-Yo... se me ha encargado prender el fuego en la habitación... de... los señores.

La mujer frunció el ceño.

-¿No es el trabajo de Kate?

-Si, pero a ella se le dio otro trabajo... creo...

Su pecho subia y bajaba con rapidez debido a la carrera de hacia un momento. Sentía unas inmensas ganas de empujar a la mujer y pasar de ella pero se contuvo, de nada serviría haber llegado hasta ahí si la retenian los guardias y la enviaban al calabozo.

-¡Ah claro! Es por que Mirna esta en casa, acaba de dar a luz... fue una niña. Me muero por ir a verla, tal vez podamos hacerlo hoy en la tarde, ¿que tal?

Una punzada de pánico la invadió.

Dar a luz... bebé... embarazo...

¡Estaba embarazada!

¡Mery estaba embarazada!

¡Ella estaba embarazada!

-Ah... ah... si... claro... - soltó sintiéndose de pronto flácida.

-Bien, apresúrate, no hagas esperar a los amos.

Continuo subiendo las escaleras pero sin tanta energía, de pronto se sentía muy cansada.

Miro por una ventana y vio que aun estaba muy oscuro, pero así solía ser en aquellas épocas, la servidumbre solia levantarse aún antes que el sol para recibir a sus amos con comodidades.

Sintió mucha tristeza por todas esas personas.

Llego a la habitación de los condes. Todo estaba oscuro, ¿estarían durmiendo?

Estaba a punto de entrar cuando una chica la tomó del brazo.

-Mery ¿que haces aquí?

-Yo... vine... vine a prender el fuego a los señores.

-Ese es mi trabajo - le susurro la chica, era menor que ella, pelirroja y pecosa.

-Creí que te habían dado el trabajo de Mirna... ahora que ha dado a luz.

La chica frunció el ceño.

-No me dijeron nada... ¿a ti si?

-Si...

-Por cierto, ¿donde estuviste anoche? Te buscamos por todas partes.

-Anoche... - salte por el acantilado - salí a buscar...

-Ay, me cuentas luego, tendría que estar en la cocina, Mirna se encarga del desayuno.

La chica se apresuró a bajar al primer piso y Dina, más bien Mery, entro en la oscura habitación.

La enorme cama era la misma. De madera negra, hermosamente tallada. La misma ventana con balcón que te permitía ver el mar.

-Es el mismo mar... - susurro Dina.

Pero... cuando poso su mirada en la pared donde tendría que estar el retrato de Alec, la encontró vacía.

-No... ¿donde esta?

Escucho movimiento y el terror la hizo moverse hacia la cama.

-¿Qué demonios crees que haces chiquilla?

La voz del anciano la hizo saltar.

-Lo... lo lamento mi señor, he venido a encender el fuego...

-Pues hazlo rápido - soltó el hombre levantándose. No iba vestido así que Dina ahogando un sollozo se volvió hacia la chimenea.

-Dios, ayúdame- imploro.

Alec no estaba, se encontraba sola y embarazada en un tiempo que no era el suyo. Y estaba desesperada.








El retrato del Duque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora