Cuando Dina llega al castillo

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Era aun más grande de lo que imaginaba.

Dio solo unos pasos dentro del castillo y se quedo parada en medio de aquella sala repleta de pinturas, muebles de antaño y decoraciones doradas. Sin duda esto era de un par de siglos pasados, si no es que mas.

Levanto la vista al techo, un techo muchos metros más alto que ella. Se sentía tan diminuta ahí.

-Es todo suyo, señorita Amstrong. – dijo el abogado detrás de ella dejando su maleta a sus pies.

-Gracias... yo... estoy bastante sorprendida... creí que había dicho que era dueña de un pequeño... castillo... de hacia dos siglos pero esto...

-Esto es un pequeño castillo señorita, no imagina uno enorme... el palacio de Buckingham es veinte veces más grande que este lugar, y está en mejor locación también... - soltó el hombre recordándole a Dina que se encontraban en un lugar apartado de la mano de dios.

-Escocia... ¿Cómo pudo mi abuelo comprar este lugar?

-Estaban por demolerlo... habrían hecho aquí fabricas, los lugareños se opusieron y su abuelo lo compro en remate a un muy buen precio. Por lo que debo advertirle, la propiedad es suya pero no las tierras aledañas que antes habrían venido como parte del ducado.

Dina asintió, el castillo ya era mucho, no quería también que mantener tierras aledañas.

-Como hemos acordado, permanecerá aquí unos días hasta que decida si... se quedara con la propiedad, o tendré que ponerlo a la venta.

-Si... unos días... yo le aviso cuando esté lista para tomar una decisión.

-Si eso es todo... me he de retirar. Tengo algunas otras cosas que hacer con los... últimos deseos de su abuelo.

Dina asintió, el abogado salió del castillo por la enorme puerta doble de roble decorada con elaborados bordados.

Suspiro.

Un castillo, un enorme castillo le pertenecía.

-Abuelo... tu cadillac hubiese sido suficiente... ¿Por qué un castillo? – soltó Dina por lo bajo.

Tomo su maleta y comenzó a subir. Según el abogado, un equipo especial había ido allí, había limpiado y revisado que todo estuviera en buenas condiciones para ser habitable. Lo que quería decir el suelo no se rompería si ella pasaba por algún lugar y que cada puerta y ventana estaba en excelentes condiciones. Hasta había sido modernizado con alarmas y cámaras de seguridad. Su abuelo le había dado mantenimiento durante todos estos años, su sueño había sigo retirarse y vivir tranquilo aquí los años que le quedaran de vida, por desgracia, no pudo cumplir ese sueño.

Camino por la segunda planta, entro a una especie de sala bordeada no por paredes sino por ventanales, ideal para llenarla de plantas, pensó, si tan solo pudiera mantener con vida un cactus.

Había muchísimas habitaciones, hasta ahora había contado cinco y aun quedaban muchas más puertas y la planta alta.

Como esperaba, más habitaciones de antaño. Estar aquí era como estar en una época perdida, como si hubiese entrado en una máquina del tiempo. Había retratos de damas con enormes vestidos, retratos de canes, caballos, de hombres gallardos y bien vestidos y otros de hombres enormes, pelirrojos que usaban kilt.

Subió a la tercera planta, todo de alguna manera parecía menos luminoso, a pesar de que los ventanales estaban colocados en el mismo sitio que los de la planta de abajo.

Recorrió las habitaciones, mas pasillos con mas retratos. Más muebles viejos.

Había una puerta doble. Supuso que sería la habitación principal, la de los Duques.

Bajo la manija, escucho un clic y la pesada puerta se abrió con suavidad, al menos una de las dos.

Entro, era enorme, techos altos como en el resto del castillo, una enorme cama, mas grande que cualquiera que hubiese visto, muebles enormes de roble y sedas por todas partes. Le sorprendía el hecho de que todas las telas del castillo tenían que haber sido cambiadas debido al deterioro pero estas no, estas eran las mismas sabanas, las mismas cortinas y las mismas alfombras que las de aquella época, estaba segura, porque todo era... simplemente adecuado. Todo encajaba a la perfección, cada mueble, cada retrato, cada...

Retrato.

Se acerco al retrato.

Estaba justo sobre la chimenea, de manera que cuando te acostaras en la cama, fuese lo último que vieras antes de dormir, y lo primero que encontraran tus ojos al despertar.

-¿Quién eres?

Como si el retrato le fuese a contestar.

Era un hombre, de cabello largo, negro, igual que su tupida barba y sus ojos.

Parecía que esos ojos negros pudieran verla, eran tan... expresivos. Llenos de fuego, rabia, dolor.

Usaba un Kilt negro y traía entre sus manos una espada, parecía haber estado luchando... parecía haber sido atrapado en el retrato mientras estaba desprevenido luchando. Era hermoso... fascinante... no podía dejar de verlo. ¿Quién era?

Escucho como a lo lejos un sonido, y una vibración.

Cerró los ojos y los abrió para espabilarse, sentía como si hubiese estado observando el retrato durante horas.

Saco su teléfono del bolsillo de su pantalón y se alegro de escuchar la chillona voz de Ivy del otro lado.

-Ah Ivy. Me alegra tanto que la señal llegue hasta aquí.

-Ya vamos llegando, según el GPS deberíamos estar ahí en unos diez minutos.

-¿Quienes? - se suponía que Ivy llegaría sola.

-Ya lo veras, somos yo y mi hermoso bebe.

-Eso es genial - soltó pensando que Ivy llevaría un saco nuevo o un sombrero pues era asi como solia llamar a sus pertenencias - este lugar es enorme, mucho más grande de lo que había imaginado.

-¿Ah, sí?

-Si, podría ser un buen hostal, tiene muchísimas habitaciones. Ya aparte la mía. – Soltó dejando su maleta sobre la cama y dando un suspiro – realmente necesitamos tomar una decisión con respecto a este lugar.

-¿Necesitamos? - escucho a su amiga por el teléfono - no me metas, ese lugar es todo tuyo y... ohhh... Dina... ya puedo verlo.

-Bien. Bajare para esperarte.

Colgó el teléfono y bajo corriendo sin volverse a ver de nuevo el retrato, tal vez por la emoción de ver a Ivy o tal vez porque presentia que de volverse, no podría dejar de ver a aquellos ojos negros durante mucho tiempo. 

El retrato del Duque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora