Preguntas sin respuesta

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Dina comenzó a preocuparse cuando pasaron tres noches seguidas y no soñó con Alec... o lo que sea que fueran esos sueños.

Comenzó a sentirse ansiosa y algo malhumorada.

Fue a la biblioteca a buscar algo para pasar el rato y después de muchísimos tomos enormes y viejos encontró algo interesante.

-La historia del castillo. – soltó para sí misma.

Era un libro muy viejo, encuadernado en cuero negro.

Había imágenes y algunas pinturas hechas a mano.

Se sentó en uno de los sofás de la biblioteca y comenzó a ojearlo.

Encontró imágenes del duque Rupert Alecbury el padre de Alec. El rey Enrrique VIII le había entregado el territorio por haber combatido en una batalla contra Italia por 1542.

-Vaya...

-¿Qué sucede?

Dina salto en el sofá.

-Me asustaste.

-Parece un libro muy interesante – soltó Ivy.

-Sí, es la historia del castillo.

-Ah... tu conde esta por ahí.

-No... es curioso pero... la única imagen que hay de él es... oh... es adorable.

Le mostro a Ivy una imagen del conde, su esposa y un par de niños. Un niño y un bebé en los brazos de su madre, una mujer rubia y menuda. El conde era atractivo pero no parecía muy agradable.

-Dice que es el conde y su familia así que este chiquitin debe ser Alec de pequeño. – señalo al niño más grande que debía tener unos cuatro años - Era tan lindo.

Ivy sonrió a pesar de su preocupación por su adorada amiga. Ellas habían sido amigas desde que eran pequeñas, y se conocieron en la escuela, Ivy estuvo ahí cuando los padres de Dina murieron en ese accidente, cuando fueron adolecentes Don Humberto se dio dado cuenta de lo terrible que era su vida junto a su madre y el maldito de su padrastro a pesar de que ella lo llevara como su mayor secreto. La trajo a casa y la protegió contra todo. La adopto y desde entonces, Ivy prometió proteger a esa familia costase lo que costase, ahora, sentía que de alguna manera le estaba fallando a Don Humberto porque podía ver a Dina cada vez mas dispersa, mas desorientada y mas obsesionada con esos sueños extraños.

-Dina... ¿Qué tal si vamos a la ciudad hoy? Parece que hará un lindo día.

-No, me quedare a leer esto.

-¿Tú? ¿Te quedaras a leer en lugar de salir?

-Sí, no te burles... solo quiero saber más sobre este lugar.

-Bien... pero mañana si iremos, ¿de acuerdo?

-Claro.

Ivy suspiro, Dina la estaba ignorando de nuevo. Decidió esperar una semana más, si Dina continuaba encaprichada a quedarse, se la llevaría por la fuerza.

Dina soltó el libro después de un rato.

Era curioso que no hubiese mención de Alec en todo el libro. Salvo la imagen de cuando era apenas un bebe no había mas sobre él, era como si no hubiese existido.

-Pero existió... la prueba es la imagen... el conde y su familia...

Esposa Marian y una sarta de nombres más al igual que los pequeños... pero Alec... ahí estaba...

-¿Todo bien? Te traje té.

-Gracias Ivy... oye... ¿Por qué crees que Alec no esté aquí? – señalo el libro.

-Ah... pues no lo sé...

-Es que... no lo entiendo, esta solo de pequeño, se hace mención a él cuando nace y poco más.

-Tal vez murió joven...

-No... bueno... cuando yo lo conocí tendría unos veintitantos casi treinta... pero diría, tendría que decir la fecha de su muerte de haber sido asi.

-O tal vez...

-¿Qué?

-Tal vez hizo algo malo, como para que su padre lo desheredara y borrara del árbol familiar, tú sabes cómo eran los nobles.

-Claro... claro... ¡huyo con Mery! Huyo a Inglaterra y su padre decidió dar por muerto a su hijo antes que aceptar que huyo con una criada.

-Puede ser. Escucha... tomate el té ¿sí? Preparare la cena.

Dina asintió dando un sorbo al té.

-Mmmm detesto el té... ¿no hay café?

-Te hará mejor un té... eso calma los nervios.

Ivy la dejo y Dina comenzó a caminar por la habitación pensando en Alec, Mery... en por qué demonios podía ver la vida de una criada que vivió en el 1500 mediante sus sueños.

-Aggg necesito volver... - soltó dando vueltas alrededor de la mesa. – necesito verlo de nuevo... por qué no he vuelto...

Después de la cena fue directo a su habitación y se recostó. El retrato de Alec estaba justo frente a ella. Una prueba más de que él había existido. Cerró los ojos y comenzó a pensar en él.

-Alec... ¿Dónde estás?

Esta vez no se quedo dormida como todas las noches. Esta vez sintió como era jalada de alguna manera desde su ombligo por alguna fuerza que ella no comprendía.

Sintió caer sobre arena para levantarse como Mery.

Respiraba como si hubiese estado corriendo por horas. Sintió en sus manos el peso de una bolsa de tela. El olor del aire era salado. Se dio cuenta de que estaba en el malecón.

Este debía ser el día en el que Alec y Mery huirían... había un enorme barco... seguro seria el que los llevaría lejos.

Todo se volvió negro. Cuando logro abrir de nuevo los ojos se encontró dentro del castillo. Lloraba tan fuerte que su cabeza estaba a punto de estallar.

Una de las cocineras la consolaba acariciando su espalda.

-Él dijo que me amaba... que estaría conmigo siempre... dijo que me llevaría con él a Inglaterra... él lo juro...

-Todos dicen eso mi niña... pero son solo palabras...

-Pero él... él me ama...

-No mi niña... es uno de tantos que prometen y huyen...

-No... él no es así... yo lo sé.

¿Huir? ¿Alec? Dina no lograba entender nada... ¿Alec se había ido... sin Mery?

-¿Ahora qué hare? Seré repudiada con un hijo sin padre... me echaran... moriré de hambre...

Dina sintió dolor en su pecho. Las palabras de Mery estaban llenas de rabia y miedo.

Mery esperaba un hijo de Alec y él la había abandonado...

De nuevo todo se oscureció...

Dina despertó en la cima de un risco. Había una tormenta, hacia frio... el agua helada le calaba en los huesos. Temblando por el frio y los sollozos, Mery se lanzo del risco... llevándose a Dina con ella. 

El retrato del Duque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora