Capítulo 3

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Eran las 9:00 a.m. del día siguiente, Emmeline estaba muy concentrada terminando de organizar todo para el curso de las 10.

Emmeline: Todo debe salir perfecto -dijo mientras tomaba una caja.

*Así será, les va a encantar -dije y ella solo se quedo mirándome unos segundos- ¿te ayudo con eso?

Emmeline: Yo puedo, vamos, necesito que me ayudes con unas cosas en el jardín -dijo y asentí.

Mientras caminábamos, notaba como ella no podía con la caja, me causaba gracia porque prefería sufrir con ella a que yo la ayudará, al llegar al jardín, ella tropezó y yo la tomé de la cintura tratando de evitar que cayera al suelo, y fue inútil, terminamos cayendo las dos.

Bendito segundo día de trabajo.

*Lo lamento yo solo -dije e interrumpió.

Emmeline: No hables -dijo, se levanto y se arregló el vestido, yo hice lo mismo.

Terminamos de acomodar el espacio y una hora después empezaron a llegar los chicos, cada uno fue tomando su lugar. Les dio la bienvenida, comenzó a explicar algunas cosas del curso y entregó el material a cada uno.

Emmeline: Bien chicos, quiero que pinten lo primero que venga a su mente, estaré pasando con cada uno para ayudarles si lo necesitan -dijo y comenzaron a pintar.

Me senté en mi lugar y desde ahí comencé a ver a Emmeline, como caminaba, su manera de hablar con cada uno, la paciencia con la que explicaba, tome el pincel y pinté. Pasó una hora y terminé. Maldita sea. Me di cuenta que había pintado sus ojos, me puse nerviosa, ella estaba a punto de llegar a mi lugar,  no tuve el valor de quedarme ahí, así que decidí ir a nuestra oficina.

Después de un rato, entró. Sentía su mirada, así que...la miré también, así estuvimos unos segundos, hasta que camino y se paró frente a mi escritorio.

Emmeline: Pregunta, ¿por qué te fuiste así del jardín? Debías estar ahí -dijo molesta.

*Lo siento, Emmeline -dije y puso el lienzo sobre el escritorio. Pegué un pequeño brinco del susto, y ella pareció disfrutarlo porque estaba riendo. Vaya, después de tanta frialdad la veía reír por fin.

Emmeline: ¿Estás bien? -dijo y asentí-  me gustó lo que hiciste, es bastante bueno.

*Gracias -dije sonrojada.

Y otra vez comenzó ese juego de miradas, ninguna decía nada. Iba a hablarme, pero su celular sonó, vio la pantalla y salió de la oficina.

Miré el lienzo y suspiré.

¿Por qué a ella?  ¿Por qué?

ME ENAMORE DE MI JEFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora