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By Jimin

“¿En qué coño estás pensando, Jungkook?”

Teníamos una conexión y puesto que su mano me impedía hablar, a pesar de que me sacudía y me quejaba, se me ocurrió que si me concentraba en un sentimiento concreto, quizás Jungkook sería capaz de leerme la mente y sentir lo que yo sentía, como tantas otras veces me había ocurrido a mí con él en nuestra etapa de separación Seúl-Busan. Quizás sintiera mi miedo y turbación y se detuviera. Quizás… si no se empeñaba en ignorarlo, claro, que eso era lo que hacía. Aunque no pudiera leerme la mente, en la penumbra mis pataleos eran lo suficiente expresivos como para instarle a parar. Pero no lo hacía.

Jungkook se había colocado estratégicamente sobre mis piernas, por encima de las rodillas, impidiendo que pegara patadas al aire por su peso. Inclinado sobre mí, tapándome la boca, fue directamente hacia mi entrepierna y con incluso algo de torpeza, me desabrochó el pantalón. Iba con mucha prisa y mi movimiento constante no le ayudaba. Me pregunté por qué parecía tan apresurado, tan acalorado cuando siempre mantenía la compostura y si no lo hacía, la sustituía por una rabia irracional. Cualquier cosa con tal de no verse vulnerable.

Vulnerable… en aquel momento, Jungkook parecía haber perdido el control. No parecía él, el lobo, el gran Jungkook, no. Era un cervatillo asustado, pero aunque cervatillo, era el líder de una manada de ciervos con una enorme cornamenta. Un cervatillo con cornamenta, es decir, un niño con un arma. No había nada más peligroso que eso.

Consiguió desabrocharme el pantalón y bajarme la bragueta, y cuando se alzó sobre mis rodillas para poder quitármelos, levanté las piernas con nerviosismo, a punto de darle una patada en la entrepierna. Jungkook, aunque asustado cervatillo, era listo y si alguien iba a ganar en un forcejeo, iba a ser él, no yo. Así que haciendo una maniobra evasiva, se tumbo casi por completo sobre mí a fin de evitar mis patadas. Lo consiguió.

—Buen intento, hermanito. – me provocó, volviendo a ostentar su gran sonrisa maliciosa. El cervatillo pareció desaparecer y dio paso de nuevo al lobo feroz. – Ahora, en serio, estate quietecito o te haré daño. Y créeme. Es lo último que quiero hacer ahora. – soltó y yo hinché el pecho de rabia.

“¿Qué no quieres hacerme daño, gilipollas? ¡Y qué coño estás intentando, mamonazo!”

Intenté gritárselo, pero solo conseguí babearle los dedos, así que cuando sentí como descendía las manos hasta mi pantalón otra vez y tiraba de ellos junto a mi bóxer, alcé las manos que había aferrado a su camiseta y le pegué un guantazo en la cara que sonó bien fuerte. Jungkook sacudió la cabeza y su agarre flojeó. Aproveché y le metí un buen bocado en la palma que le hizo gruñir.

—Te he dicho que te estés quietecito. – me habló, con tono amenazante pero suave. Yo apreté los dientes con sarna hasta que sentí gotitas de sangre en mi boca. — ¡Jimin! – me gritó y alzó un brazo para pegarme, pero se quedó en alto, quieto sobre mi cara y de repente, descendió a toda velocidad hacia mi bajo vientre.

—¡AHH! – le solté la mano enseguida cuando el muy cabrón me aplastó la entrepierna con la mano. No, la entrepierna no, los huevos, que es infinitamente peor. Vi estrellas y los ladridos de Ddosun parecieron desaparecer un segundo. — ¡Tú eres gilipollas! – le grité, con una voz de pito que hubiera resultado cómica en otra situación… si no me estuvieran aplastando los huevos a mí, claro. — ¡Suéltame! – me encorvé.

—Te he dicho que te estés quietecito hasta nueva orden, mierda. – y me pegó un empujón que me devolvió a mi sitio. Me revolví, alzando los brazos para intentar golpearle en cuanto dejó de presionar en esa parte tan “sensible”, pero Jungkook agarró una de mis muñecas y me la retorció. Aullé de dolor.

⛓️Muñeco Encadenado⛓️ ~KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora