12: Príncipe.

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Nina.

Estamos en silencio, no sé si denominarlo incómodo. 

Tal vez soy la única que lo siente así porque él parece bastante entretenido sentado a mi lado con sus ojos pegados a la ventana como yo. 

No le di permiso para que se sentará, solo lo hizo; como siempre hace todo. Pero pensándolo con claridad y la cabeza fría, me siento algo tranquila como nerviosa.

Mi estómago parece tener la guerra por las Malvinas adentro mientras mi mente está en blanco.

Ahora es cuando me pregunto, ¿que tengo que hacer?, ¿me quedo callada?, ¿le digo al tarado este que no me vuelva a hablar en su vida, o lo mandó a matar con mi sicario para poner su cuerpo en una bolsa y tirarlo al río sin dejar rastro? 

Demasiadas películas de acción.

—Lo estaba pero ya no. —confieso sin saber el porque exactamente.

Respondo a su pregunta y espero que me entienda, porque han pasado tres días desde la última vez que hablé con él.

Me levanto con mi botella de agua y guardó el teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón, caminando por el pasillo. Una gran mano toma mi bíceps y me gira con algo de brusquedad, haciéndome chocar con su pecho.

Veo a Matías con una mirada profunda, cargada de sentimientos que no comprendo.

—¿No amas a mi hermano? —indaga aún tomándome por mis brazos, trato de separarme de él pero es en vano. Termino rindiendome con algo de nerviosismo y gracia.

—No, esa etapa de enamoramiento fue hace mucho tiempo; ya estoy grande y el tamb… —mis palabras son interrumpidas ante la sorpresa de los bruscos movimientos de Matías al agarrar mis cachetes entre sus palmas. 

—Nina… —su voz es profunda en un susurro, en sus labios se forma una sonrisa y me siento extraña, la sensación que esto me causa no la había sentido jamás y solo es… Matías. 

Pega su frente a la mía respirando con profundidad, mantiene sus ojos cerrados, me quedo quieta durante unos segundos viendo su rostro detalladamente. No había notado el pequeño lunar a un lado de su ojo izquierdo, como un pequeño punto sexy. 

Acerco mi mano a su rostro lento y sin pensarlo mucho toco ese pequeño lunar que encendía mi curiosidad, sus ojos se abren y miran atentos los míos. Nuestras respiraciones se mezclan, me siento absorta ante todo esto. 

Un ruido que hace doler mis tímpanos me sobresalta y me separo con rapidez de Matías. 

«¡Gracias, maldito timbre del colegio!»

»No te preocupes, Nina, acá está tu príncipe sin armadura. —sonríe con superioridad. La rabia me consume, hago de mi mano un puño y se lo doy en el medio del estómago.

El morocho se retuerce del dolor tirándose hacia adelante tocando su estomago.

—La próxima que me toques te juro que te dejó sin vela. —aseguro con firmeza apuntandolo, las personas salen a los pasillos y miran la escena con curiosidad.

—Eso lo vamos a ver. —susurra con dolor.

Me doy la vuelta con indignación para ir a mi clase, lo vería ahí y es muy probable, al menos que el dolor no lo desmaye y lo haga ir a la enfermería; voy a estar con él porque somos compañeros de curso. 

¡Este tipo saca mi lado más violento! 

Odio a Matías. 



































































Odio dice... puff... JAJAJAJA.

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ATT: GiPoon.

ʟᴏᴄᴏs ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora