Extra I.

826 58 1
                                    

Nina.

Diecinueve años después.

—¿Dónde mierda dejaste la corbata de los chicos? —gruño poniendo mis manos en mis caderas, parándome frente a él en nuestra habitación. 

Me regala una sonrisa inocente con notable disculpa en su rostro sentado desde la cama. Los hoyuelos de Matías resaltan en sus recientes afeitados cachetes. 

—No me acuerdo. —murmura. Gruño frustrada agarrando la ropa del borde de la cama que había desordenado del armario para tirarsela a lo loco. 

—¡Nunca te acordas de nada! —chillo enojada, furiosa. Él corre la ropa de su cuerpo y acomoda su camisa blanca; junto a su pantalón negro de traje. Esos botones desprendidos al inicio y su cabello revuelto… me va a volver loca—. ¡Vamos a llegar tarde a la boda de Celia, y va a ser tu culpa, boludo! Agh, juro que te estrangularía… —toco mi frente con la palma de mi mano, tratando de mantener la cordura.

—Me amas. —asegura y volteo a verlo con fastidio frunciendo mis labios. 

—Se me pasa rápido. 

—No te enojes, chirusa. —pide haciendo un puchero. 

—Me volves a decir así, y te golpeo. —lo apunto con advertencia, y aprieta sus labios con una sonrisa.

Se levanta de la cama y se acerca a mí a paso lento. Sus manos agarran con dulzura mis brazos, sonriendome.

—Te amo. —murmura sonriente. Aprieto mis labios tratando de reprimir una sonrisa mientras la de él crece. 

Y ya se que ganó. 

—Yo igual te amo. —respondo subiendo mis manos a su pecho trabajado. 

—¿Mucho? —pregunta acercándose a mi rostro. Asiento embelesada.

—Muchísimo —murmuro perdida en sus ojos, pero termino por cerrarlos al tener sus labios pegados a los míos. Se mueve con lentitud, apreciandome como siempre mientras acaricia una de mis mejillas—. Mucho, mucho… —murmuro pasando mis manos por su nuca para pegarlo a mí, y su otro brazo va directo a mi cintura para pegarme a él en un arrebato que me hace jadear suavemente sobre su boca. 

Este hombre siempre logra llevarme al paraíso de las hamburguesas cuando me besa.

—¡Agh, mamá, papá! —se queja una voz a nuestro lado.

Voltamos a las copias pegados en el marco de la puerta. 

—Mis ojos, me quede ciego. —habla el hermano a su lado cubriendo sus ojos y negando con exagerado dolor. 

Esos niños, son mis hijos. Dos mellizos de diez años de edad.

Gastón y Gonzalo, ambos son unos pendejos copias de su padre; por eso cuando estamos juntos les digo que son trillizos. Gastón es un boludo carismático, muy coqueto y galán; por otro lado su hermano Gonzalo es serio, puede ser divertido pero es bastante callado y franco. 

La posta… no sé de dónde salieron estos cosas hermosas, pero seguro que el padre no.

—Ah, son tus hijos, no míos. —suelto el cuerpo de mi esposo negando y pasó por en medio de mis hermosos niños.

—Vos los pariste. —reclama a mis espaldas. 

—Renunció.

Los tres jadean detrás de mí mientras camino por el pasillo para ir a la escalera que lleva al primer piso. 

—¡Mamá, volvé! —reconozco la voz de Gastón. 

—¿Cómo se prende el horno? —grita Gonzalo.

—¿Dónde están las cosas para limpiar la casa? —vuelve a chillar la voz de Gastón. 

—¡Cariño, no te vayas! —niego con una sonrisa ante la voz de mi esposo y me dedico a bajar las escaleras escuchando sus ruegos detrás de mí. 

Ni a gancho sobrevivirían sin mí. 

🐖

Sonrío alegre al ver a una de mis mejores amigas, sentada en su mesa, besar emocionada a un hermoso hombre que tardó años en conquistarla.

Aplaudo fuertemente ante el discurso del padrino, mientras me mantengo tranquila por ya haber dado el mío. 

Aún es increíble creer cómo pasó el tiempo.  

Volteo a mi otra mejor amiga frente a mí en la mesa, observar a su hermana sonriente. A su lado está su esposo  Francisco con el que se casó hace seis años, él sostiene a su hermosa bebé de dos años en sus brazos sonriente. Volteo a Dante a un lado de ellos, quien a su lado tiene a una linda colorada con la cual parece que va a establecer una relación.  

Por mi parte, me casé hace doce años, con el hermoso y boludo Matías. Quien voltea a verme sonriente. 

Observo como nuestros preciosos hijos están sentados a su lado, unos al lado del otro jugando con unos caracoles. 

Sonrío negando, y mi esposo se acerca a mi rostro; aprieto mis labios al sentirlo tan cerca, me siento temblar con él así…, y eso jamás ha cambiado. 

—Esto me recuerda a nuestra boda. —murmura mirando mis ojos con una sonrisa encantadora que resalta sus hoyuelos y sus notorias facciones masculinas.

—¿Te pusiste melancólico? —me burlo sonriendo.

—Sí, lo extraño —su confesión hace que muerda mi labio inferior reprimiendo una risa que se escapa en silencio. Sus ojos vagan por mi rostro y se detienen en mi boca—. Y más extraño la luna de miel...

Sus palabras me toman por sorpresa, y el calor sube hasta mis orejas.

—Basta, boludo. 

—¿Te pusiste roja? —pregunta elevando una de sus cejas, y muerdo mi labio inferior tímida ante su sexy gesto—. Es lindo que aún te sonrojes por eso —susurra divertido. Dejó un golpe en su pierna por debajo de la mesa y suelta una queja riendo, lo que me hace sonreír. Siento su mano tomar la mía, y su nariz golpea con mi oreja—. Te amo, Nina. —murmura, con una dulzura que me hace suspirar. 

Volteo a verlo, y levanto mi mano libre para acariciar su mejilla. 

—Yo igual te amo, Matías. —murmuro sonriendole. Me sonríe, y me acerco a dejar un tierno beso en sus labios. 

Su mano se aferra a la mía por debajo de la mesa, nos separamos y apoyo mi cabeza en su hombro. 

Siento la felicidad, la tranquilidad, y la locura de estar con él. 

«Lo detesto...»

«Detesto no poder detestarlo, y amarlo con todo mi corazón.»
















































•••

Se mandaba el re maratón la loca.

Me re gusta este extra, lo amo. ¡Posta!

ATT: GiPoon.

ʟᴏᴄᴏs ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora