El límite de la gracia - Convalecencia

10 1 0
                                    

El techo de la sala apenas estaba iluminado por la luz de algunas velas y un murmullo se dejaba oír en los instantes en los que su respiración no tapaba este sonido.

Estaba recostado en una cama, y su rostro palpitaba dolorosamente.

-Al fin despertáis, maese Avalak- Dijo una voz al lado de su cama.

El anciano giró el cuello con brusquedad, sorprendido de escuchar aquella voz y visiblemente desorientado.

-Le pido que me disculpe por los medios que me he visto obligado a utilizar.- Dijo la voz.- Pero estoy seguro de que con un poco de terapia sabrá perdonármelo.

Avalak enfocó la vista por fin, para ver un rostro que le resultaba familiar.

Se trataba del protector del príncipe, Imushi. Una forma elegante de referirse al encargado de su correspondencia y de facilitar las relaciones diplomáticas. En tiempos de paz al menos.

-¿Qué?- Empezó aturdido.-¿Qué hacéis aquí?

-¿Lo habéis olvidado?- Preguntó sorprendido.- El rey nos encomendó intercambiar cierto... Correo clasificado.

-¿Correo?

-Me he tomado la libertad de dejar la carta original en sus bolsillos, espero que no le importe.

Avalak se tanteó con rapidez el bolsillo para comprobar que, efectivamente, había una sobre que antes no estaba allí.

-No tardes mucho en destruirlo.-Aconsejó el protector.- Podría darte problemas.

-Ah... Por supuesto.

-Tu rey ya me ha hecho llegar la falsificación.- Añadió Imushi.- Pero quería asegurarme de que despertaba y que se encontraba bien... Verá, respeto mucho todo lo que hizo por el imperio de Yeonso ¿Sabe? No quiero que haya rencores por el desenlace de los acontecimientos recientes.

Entonces el antiguo emisario lo recordó todo.

El plan de Mithras, la pelea de Adashino y un golpe que le nubló la vista.

Todo aquello lo conmocionó por dentro, pero la intuición de Avalak le llevó a reservar sus emociones y a asentir conforme.

-No hay rencores por mi parte.

-Magnífico.- Suspiró él aliviado.- Porque no era mi intención que Kalindras llegara a acercarse tanto como para... Ya sabéis, alcanzaros a vos.

-Son temas delicados de controlar, no le deis más vueltas, protector.

-Bien, bien.-Asintió él.- Pues voy a llevar esto al juez de la excelencia y mañana por la mañana trataré de fingir sorpresa lo mejor que pueda.

-Magnifico.

-Y no temáis, haré todo lo que pueda para apaciguar cualquier deseo bélico que el emperador guarde hacia el ilustre reino de Hamel.

-Es un alivio oír eso... Hasta mañana entonces.

Imushi se estaba marchando ya, pero se detuvo para mostrar una sonrisa que contrastaba con su constante seriedad inmutable.

-Es curioso... Seguramente seáis la última persona que se dirija a mi como "protector".-Afirmó él.- Muy pronto todos se dirigirán a mi como "Inquisitor".

-Curioso, sin duda.- Le dio de largas el anciano, disimulando su horror al darse cuenta poco a poco de lo que había hecho.- Y felicidades por su promoción.

En cuanto Imushi hubo abandonado la enfermería, Avalak extrajo el sobre se su bolsillo y lo abrió, leyendo su contenido.

Conforme sus ojos se deslizaban sobre los sencillos y puros versos, las lágrimas también lo hacía por sus mejillas, dificultando la lectura del poema.

LAS BODAS DE MILANNA DERVALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora