Hacía un día precioso aquella mañana.
Los pájaros cantaban.
Los árboles se mecían con el viento.
En un día así de apacible resultaba antinatural la inquietud que se respiraba en el aire.
Orianna lo notaba.
Mirara donde mirara, se oían cuchicheos sobre Milanna y Kalindras.
Algunos invitados insistían que esto solo era alguna clase de cortejo improvisado por parte de la princesa, mientras que otros se preguntaban si de verdad era posible que el rey fuera incapaz de controlar a su hija.
Todos los invitados de la fiesta que habían sido llamados a presenciar el evento ya se iban sentando en las gradas del improvisado estadio.
El lugar consistía en unas estructuras trianguladas de una robusta madera oscura que sostenían los asientos del público.
Las gradas rodeaban un círculo de arena de unos seis metros de radio, donde se debían celebrar todas la pruebas, mientras el clima acompañara.
-Menudo panorama. - Se dijo ella sentada en las gradas con un paquete de pipas que le había comprado a un criado que se paseaba por la zona. - No esperaba tanto público.
-Es normal que haya tanta gente. - Dijo una voz a su derecha. - Cuanta más gente más ojos que pueden asegurarse de que el príncipe no hace trampas.
Orianna observó a Avalak, caminando con su bastón vistiendo un jubón rosado con costuras doradas y unos volantes blancos.
Se quedó un instante distraída por su inusual apariencia, pero no tardó en contestar.
-Oh Avalak. - Rió ella. - Con tus vestimentas será complicado que alguien se fije siquiera en lo que haga el príncipe.
-Lo tomaré como un cumplido. - Decidió él con una risita malvada.
A continuación señaló a un asiento vacío al lado de Orianna con su bastón.- ¿Le importa, señorita, si la acompaño en este tan especial evento?
-Tienes mi permiso. - Le concedió ella mirando desenfadadamente sus uñas pintadas de negro, a juego con su vestido.
Él asintió y se sentó con pesadez en la silla y después suspiró.
-Veo que te gustó el vestido que te regalé. - Observó él. - Y yo que creía que no te gustaban ni los sombreros ni el rojo.
-Bueno. -Replicó ella encogiéndose de hombros. - Supongo que es una faceta que no conocía de mí.
-Ah... Entonces te ha pasado lo mismo que a mi con este rosado atuendo. - Suspiró él. - Y pensar que he tenido que llegar a los 76 para cambiar mi sentido de la moda.
-Mejor tarde que nunca, amigo mío. - Sonrió Orianna agarrando unos binoculares de teatro que habían repartido gratis a todas las damas. - ¿Los quieres?
-¿Para qué? ¿Para cotillear a otros invitados?
-No exactamente. - Asintió con los ojos iluminados. - Mira allí enfrente.
Avalak accedió, genuinamente interesado por lo que Orianna quería mostrarle.
Agarró la barra metálica que servía de soporte de los binoculares y miró a través de ellos.
-¿Así está bien?
-No no, un poco más arriba.
-¿Arriba? - Preguntó extrañado alzando la vista cada vez más cerca del cielo y más lejos de los invitados.
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LAS BODAS DE MILANNA DERVALE
FantasiaEs un día normal en las praderas de la cordillera de Hamel. El sol brilla todo lo que puede buscando calentar el frío aire de las cumbres. De pronto, una carta llega. Orianna ha sido invitada a la boda de Milanna Dervale, la preciosa princesa de Ham...