Socialmente Incómodos- Isaax Y Olga

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Sempronio comprobó que los cuatros pelos negros de su calva estaban bien peinados y tachó de la lista de invitados a la última pareja mientras anunciaba con su solemne voz. 

-¡Lord Gragnok y Lady Adah! ¡Daimios de Yeonso! 

El chambelán hizo un gesto al guarda de la puerta para que se acercara. 

-¿Ocurre algo? 

-Acércate a avisar a los cocineros. - Dijo Sempronio. - Que pongan más carnes en la mesa de Yeonso, el lord que acaba de entrar seguramente comerá por tres hombres. 

-Enseguida. 

El soldado abandonó su puesto para encargarse de tan peculiar misión y el chambelán se quedó solo custodiando la entrada al palacio. 

-¡Sempi! - Exclamó una voz conocida para el hombre. 

Él levantó la mirada de su lista y observó al viejo Avalak de la mano de una mujer preciosa, envuelta en tela azul y joyas doradas, mucho más joven que el consejero, probablemente una nueva condesa recientemente viuda que buscaba suerte con otra presa. 

-Maese Magnus. - Dijo haciendo una reverencia y mirando a la mujer. - Madame ¿Puedo ayudaros en algo?

-Ha ocurrido una desgracia ¡Un desastre, amigo mío! Estábamos yo y mi acompañante a punto de entrar en la fiesta cuando mi queridísima invitada se percató en que se le había extraviado uno de los pendientes de oro que le había regalado precisamente para la ocasión. 

La mujer, con los ojos llenos de lágrimas, se giró y mostró como en su oreja derecha faltaba, efectivamente, una margarita dorada a juego con la del lado izquierdo. 

-Tiene que estar por estas escaleras ¡Estoy seguro de ello! - Añadió Avalak. 

Sempronio suspiró, aquello era el típico caso de la doncella que "extraviaba" solo uno de sus pendientes para así convencer a su pareja de comprarle un nuevo par, una forma común de hacer dinero vendiendo regalos de nobles. 

-Maese Magnus. - Empezó el chambelán. - No creo que... 

El chambelán se detuvo ahí , porque vió un pequeño destello dorado un par de escalones por debajo de la extraña pareja.

Sempronio bajó esos escalones con cuidado y se agachó con el dolor de alguien que se pasa el día de pie y sin moverse. 

Efectivamente, era un pendiente dorado con el aspecto de una margarita.

El chambelán creyó ver una sombra deslizarse tras su espalda, así que se levantó con dificultad y se giró, solo para encontrarse con Avalak y su invitada, que ahora lloraba de emoción. 

-¡Oh! ¡Lo ha encontrado! ¡Gracias gracias! ¡Mil gracias! - Dijo ella recibiendo la joya, incrédula. 

-Emm sí... Bueno, no hay de que. - Sonrió orgulloso. - Entonces ¿Van a entrar a la fiesta los señores?

-Desde luego. - Asintió Avalak. - Aquí fuera me estoy congelando los huesos.

El chambelán buscó en la lista al anciano y éste dió la invitación de su acompañante. 

-¡Magnífico! - Dijo Sempronio sonriente. - ¿Cómo debería anunciaros? 

Orianna se le acercó y le susurró algo al oído. 

Al chambelán se le erizó el vello y asintió. 

-Sí, desde luego, muchas prefieren eso, para pasar una velada más tranquila. 

LAS BODAS DE MILANNA DERVALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora