Todo comenzó en un día espléndido de verano, en una casita apostada sobre una de las cumbres verdes de Kandara.
Allí, un varón con el pelo blanco silbaba alegre una melodía mientras, sentado en el manto de hierba, esperaba pacientemente a que el anzuelo de su caña se moviera sobre la superficie del cristalino lago de sus terrenos.
Observó las esponjosas nubes que el viento movía plácidamente sobre el cielo claro, esperando...
A él no le importaba esperar, él era Iuarrax, el hombre que esperó toda su vida para poder estar con la mujer que amaba.
Una espera que, a su modo de ver, había merecido mucho la pena.
Ella había tardado bastante en ordenar su mente y abrir su corazón, pero a cambio ellos dos ahora eran más que la suma de sus partes.
Iuarrax vislumbró un movimiento muy leve por el rabillo del ojo.
"El anzuelo"
Recogió el sedal con cuidado, meneándolo para seducir a su presa.
De pronto, el agua empezó a moverse con más violencia, como queriendo tragarse el anzuelo.
Iuarrax se levantó rápidamente y tiró con todas sus fuerzas de la caña.
"¡Esta noche cenamos a lo grande Ori!"
Finalmente, el anzuelo salió del agua junto con un geiser de gotitas que dejaban ver la gloriosa captura... O así debía de haber sido, pero el anzuelo estaba solo, sin ninguna cena atada a él.
Iuarrax observó desolado el anzuelo blanco y rojo sobre la hierba del prado e hincó las rodillas en el suelo.
-He sido derrotado... Por un pez de agua dulce.
Una risa cantarina que él conocía muy bien sonó a sus espaldas.
Era aquel sonido que tantas veces le había reconfortado escuchar, pero ahora, con un timbre más pícaro.
-¿Qué tal va esa pesca, amor?- Preguntó ella.
Iuarrax se giró y entonces, la vió.
Orianna vestía una blusa azul clarito adornada con florituras plateadas y un pantalón largo beige sencillo. Además, tenía su pelo negro rizado recogido en un moño, para estar más fresquita.
Ella sostenía, con una sonrisa triunfal, una burbuja de agua.
Con una orden de Orianna la burbuja se fue levitando hacia Iuarrax para posarse suavemente sobre el anzuelo, explotando en mil gotitas brillantes.
-Había tan pocos peces en el lago que decidí mover un poco el anzuelo para que no perdieras tu empeño. - se justificó ella entre risas- ¡Pero como te vi tan emocionado con tan solo unos pequeños meneos en el agua! No pude resistirme a subir el nivel.
Orianna juntó sus palmas para disculparse y le guiñó un ojo.
-Perdóname ¿Vale?
-Has jugado con mis ilusiones, Ori. No es algo que pueda simplemente perdonar. - declaró él solemnemente.
-Veenga, te lo recompensaré esta noche - dijo ella abrazándolo por detrás.
-Humm, ¿Qué me estás proponiendo exactamente?
-Esta noche haré la cena, una parrilla de verduras y champiñones... Tal vez, no estoy segura.
-Oh... - Musitó Iuarrax. - Pensé que... Te referías a otra cosa.
-Eso por descontado. - Dijo ella apretando su abrazo. - No quisiera seguir jugando con tus ilusiones, amor mío.
Ella se separó con brusquedad de Iuarrax, a lo que él la miró desconcertado.
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LAS BODAS DE MILANNA DERVALE
FantasyEs un día normal en las praderas de la cordillera de Hamel. El sol brilla todo lo que puede buscando calentar el frío aire de las cumbres. De pronto, una carta llega. Orianna ha sido invitada a la boda de Milanna Dervale, la preciosa princesa de Ham...