Amanecer dorado - Decepción Y Consuelo

24 1 0
                                    

La penumbra apacible, barrotes de un acero pulido a la perfección y una terrible humedad.

Esas eran las características principales de las mazmorras del Palacio de la Aurora.

Y en el suelo de una de sus celdas, yacía inconsciente un hombre de pelo blanco vestido con gran elegancia.

Tenía los morros hinchados por un golpe y el traje se había manchado con el musgo verde que cubría el suelo y las paredes de piedra cuando los guardias lo habían arrojado allí dentro.

Pero respiraba.

###

Orianna se despertó y abrió los ojos, aliviada.

Él estaba vivo, lo había visto en su sueño.

El corazón le latía con rapidez.

"Lo difícil será ahora saber acceder a las mazmorras... O saber en qué celda está."

Pensaba preocupada.

Tan ensimismada en sus pensamientos estaba ella, que no prestó atención a priori al entorno en el que se encontraba.

-Maese Ceap, ya se ha despertado. - Dijo una voz serena al lado suya.

Orianna se incorporó con cuidado en el lecho sobre el que estaba y echó un vistazo a su alrededor.

Solo vió cortinas blancas de tela rodeando su cama, dejando un pequeño hueco para el tránsito de personas y para una mesilla a los lados de la cama.

-Por aquí. - Dijo una doncella abriendo las cortinas desde dentro.

Avalak atravesó el umbral, vestido con ropas distintas a las de la fiesta, un jubón azul marino, serio, de botones plateados y unos pantalones completamente negros.

Él se acercó, apoyado en su bastón y cargando con un extraño paquete.

-Gracias Ally - Le dijo educadamente a la doncella. - Puedes dejarnos.

Ella asintió y procedió a salir del habitáculo, cerrando la cortina tras de sí.

-Hey. - Saludó Orianna estirando los brazos y desperezándose con un bostezo. - ¿Qué tal la fue tu velada ayer?

Avalak se quedó paralizado unos segundos.

Sacó sus gafas de un bolsillo y le echó un buen vistazo a Orianna, incrédulo. Después soltó una risotada.

-Ya que lo mencionas... Anoche me llamaron urgentemente a la enfermería. - Empezó el anciano. - Porque habían encontrado malherida a mi invitada en el suelo de un pasillo cualquiera.

Avalak ahora la miró muy serio.

-Lo pasé muy mal cuando te vi así, en ese estado, postrada en esta misma camilla de la enfermería.

Avalak se acercó a ella, Orianna dejó que el antiguo emisario levantara su cabeza para revisar su cuello.

Efectivamente, no tenía marcas ni moretones de ningún tipo.

-¿Y me estás diciendo que, de la noche a la mañana, has sanado completamente?

Él observó un brillito dorado en la frente de ella al soltar su barbilla.

-¿Qué es eso? - Dijo apartando el pelo de su frente. - ¿Eso estaba antes?

Ella sonrió.

Tener a Avalak cerca era como tener una madre adicional.

-La curación que ves es fruto de mi bendición divina. - Aclaró sin más.

Avalak la miró un segundo, sin estar seguro de si bromeaba o no.

LAS BODAS DE MILANNA DERVALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora