Ira o Iniciativa - La respuesta aún herida

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Ella abrió los ojos súbitamente al notar como su cuerpo se inclinaba peligrosamente hacia el lateral de su escritorio a causa del sueño.

Adashino se enderezó, algo aturdida y al hacer esto intentó usar inconscientemente su brazo derecho, envuelto e inmovilizado con un cabestrillo.

La inquisidora estuvo a punto de caerse de la silla, pero en el último segundo se agarró con su brazo bueno a la mesa, por lo que logró incorporarse, no sin dificultad.

Ella quiso bostezar, pero al intentarlo los moratones de su cara le dolieron horrores y no fue capaz de hacerlo.

Agarró su taza de té, ya frío, y le dió un último sorbo para después observar los papeles que tenía sobre la mesa.

Se había pasado toda la noche escribiendo un informe de la situación para el servicio de inteligencia de Yeonso.

Las cosas se habían torcido bastante con respecto al plan original de unión, pero aún estaban lejos de no poder celebrar la boda.

Tan solo tenían que seguirles aquel estúpido jueguecito a Orianna y Avalak y asegurarse de que el príncipe lograba pasar todas las pruebas.

Solo así su misión habría acabado satisfactoriamente.

Ella lanzó una mirada a la ventana de la habitación que le habían asignado.

Ya estaba amaneciendo.

La envolvía un completo silencio, consecuencia de la soledad en la que la inquisidora se encontraba.

Una soledad que le daban ganas de dormir.

"No... No es momento de descansar." Pensó mirando hacia los papeles.

"Ahora debo pasarlos a limpio y enviárselos a... "

Tres toquecitos en su puerta alertaron a la inquisidora y cortaron el cauce de sus pensamientos.

-Adelante. -Anunció en voz suficientemente alta para ser escuchada.

Con un leve crujido de la madera de la puerta, entró uno de los subordinados de Adashino.

Llevaba un discreto kimono gris y llevaba pelo al estilo tradicional de Yeonso.

Un estilo algo polémico frente a ojos extranjeros, por consistir en una peinado normal con coleta, con la excepción de tener afeitada toda la coronilla.

-Con permiso. -Se apresuró a decir.

Él se inclinó, haciendo relucir su calva, apoyando una rodilla y el puño contrario en el suelo.

Esperó pacientemente a tener el turno de palabra.

-¿De qué se trata? - Dijo ella impaciente. - Estoy muy ocupada.

-Oh... -Dijo el hombre fijándose en las ojeras y moratones de su rostro y en que aún llevaba la misma vestimenta que la noche anterior. - Mi señora... ¿Se ha quedado toda la noche en vela escribiendo el informe?

Ella asintió mientras daba con impaciencia golpecitos con la suela de sus zapatos al suelo.

-Sí ¿Algún problema con eso?

-Oh... No, no, no. Faltaría más... Tan solo...

-¿Sí?

-Venía a recordarle que debemos apresurarnos en informar al príncipe sobre la situación actual.

Cuanto antes lo hagamos mejor... No conviene hacerle enfadar.

-¿Y me tienes que interrumpir para eso? - Preguntó irritada. - Si tanto te preocupa que su majestad pille un berrinche porque hemos tardado en informarle, ve a decírselo tú mismo... Aunque no creo que lo hagas, precisamente porque temes a su enfado.

LAS BODAS DE MILANNA DERVALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora