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Intromisiones familiares

Cuando volvimos a la habitación, nos volvimos a dormir, no hubo espacio para pensar en hacer el amor cuando ambos nos encontrábamos tan cansados. Me pareció reconfortante el cambiarme al pijama nuevamente y mirar a Timothée metiéndose en la cama con la suya puesta, me causó un escalofrío.

Me acerqué a la cama y gateé hasta él, recostándome en su pecho y abrazándome a su abdomen, sintiéndome tranquila y protegida en el lugar, sobre todo cuando él me rodeó con sus brazos y besó mi cabeza, cayendo dormido en unos segundos.

Elevé un poco la cabeza para lograr verlo dormir, parecía tan complacido que mi estómago sintió una agradable revoltura al verle sonreír entre sueños y apretarme con más fuerza. Me costó un poco más de trabajo seguirle los pasos, pero al final, caí dormida también.

"¡Raphaela!" aquel grito hizo que me sentara de golpe en la cama, como si fuera mi madre a punto de atraparme. "¡Raphaela ya levántate, por el amor de Dios!"

Miré a mis lados, notando que estaba sola en la cama y el día parecía bien entrado en la mañana, me puse en pie de prisa y abrí la puerta a mi hermana, quién seguía amonestándome desde el otro lado de la puerta.

"¿Qué ocurre Pris?"

"Todos están esperándolos abajo, ¿podrían hacer el favor de acompañarnos? No pensé que fueran a ser tan irresponsables."

"Iremos en un momento."

Priscila me miró de pies a cabeza con el ceño fruncido, estaba por demás decir que yo tenía el pijama puesto y no había razón para que ella sospechara algo... bueno, además de que dormí junto a un hombre increíblemente guapo que ha tenido mi cabeza en un sube y baja de emociones prácticamente desde que lo conocí.

"¿Te acostaste con él?"

Mi corazón se aceleró.

"No."

"Por Dios, lo hiciste" negó con una sonrisa de incredulidad. "Sabes lo que opina mamá, ¿qué harás sí...?"

"Por favor, Priscila, no te imagines cosas" intenté.

"Podrás decir lo que quieras, Raphaela, pero cuando la gente se acuesta, se nota fácilmente" sonrió con suficiencia. "Tú casi resplandeces, parece que te hacía falta un revolcón para quitarte lo amargada, habernos dicho antes la receta."

"¿Yo soy la amargada?"

"Bueno, al menos lo serás cuando te des cuenta que ahora que te has acostado con él, Timothée perderá todo el interés, ya no tiene por qué seguirte los pasos y ver tu cara de mosca muerta, obtuvo lo que quería de ti."

La miré fríamente por un prolongado momento, ¿qué le pasaba a esa mujer? Si hacía poco que la veía feliz de haberse casado con Derek, ¿por qué ahora volvía a ser amargada y malvada? Le cerré la puerta en la cara, disfrutando de su cara de impresión y posteriores gritos por medio del picaporte.

Di un pequeño brinco cuando de pronto sentí que unas manos pasaban suavemente por mi cintura y me pegaban a un cuerpo superior en tamaño y en fuerza. Las sensaciones agradables únicamente se expandieron cuando los labios de Timothée se posaron suavemente en mi cuello y trazaron un camino hasta mi oído, donde se dedicó a susurrar.

"¿Quién te ha despertado?" besó detrás de mi oreja, "pretendía dejarte descansar otro buen rato."

"Priscila tiene opiniones que debe dejar salir si no se quiere ahogar con ellas" acaricié sus brazos y me volví hacia él. "¿Por qué has salido de la cama?"

Esta soy yo: RaphaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora