13

687 134 15
                                    


La castaña ha vuelto

Mi primer mes de embarazo había sido sorpresivo; el segundo, bastante frustrante; el tercero estuvo lleno de malestares y el cuarto llegó en conjunto con un deseo sexual impresionante. Pero Timothée estuvo ahí en todo momento, mientras seguíamos intentando atender de nuestra vida diaria en Londres lo mejor que podíamos.

Entre nuestros trabajos, la boda de Rachel y Rudolf, el embarazo y compartir nuestras vidas en una forma completamente nueva a como lo habíamos planeado, nos terminábamos sintiendo abrumados y podíamos terminar peleando o riendo por ello.

"Timothée ¿piensas que me veo gorda?"

Él levantó los ojos, supe deducir que sabía que estaba en aprietos, cualquier respuesta que diera sería incorrecta y ambos éramos conscientes de ello.

"Estás embarazada Raphaela, tu cuerpo tiene que cambiar, pero si me lo preguntas, sigues viéndote hermosa."

No había sido una mala respuesta.

"Mmm... aún no se me nota que estoy embarazada del todo" me toqué el pequeño vientre, "la ropa que uso me ayuda bastante, pero, ¿qué diremos cuando comience a notarse? De por sí no nos dejan en paz, no sé cómo actuarán cuando se sepa que estoy embarazada."

"Lo resolveremos, por el momento, deberías venir a la cama" aconsejó, "mañana tenemos que ir a la beneficencia de los Barry."

"Agh, lo sé" me metí en la cama y abrí el libro que había dejado en mi mesita de noche, "odio tener que ir a ese lugar."

Timothée dejó salir una sonrisa y volvió a su propio libro por unos momentos, comenzaba a quedarme dormida en una posición nada cómoda, cuando de pronto él volvió a hablar.

"Me dijo Tiffany que vendría y la he invitado a quedarse en la casa, ¿te molesta?"

Guardé silencio por un largo momento.

"No, claro que no."

No podía decir otra cosa, al final de cuentas, era su casa, ahora pensaba que era un terrible error, porque él podía hacer cosas como esta, invitar a gente sin que yo pudiera poner apelaciones, ¿o sí podía? Supongo que yo no era una invitada más en la casa, prácticamente vivía aquí con él y era él quien quería que viviera aquí, así que sí, tendría que tener voz en las decisiones de la casa, ¿verdad?

Suspiré y me metí en la cama junto a él.

No pensé que lo necesitaría tanto en mis meses de embarazo, pero hasta ahora, yo seguía con malestares en la noche, vomitaba sin remedio alguno, me era imposible conciliar el sueño con rapidez y no tenía apetito, aunque agradecía que no tuviera conflictos durante todo el día, no pasar buena noche también pasaba factura, estaba irritable todo el tiempo y a los de mi alrededor no les quedaba de otra más que aguantarme.

"¿Te encuentras mejor? ¿Se te han quitado las náuseas?"

"Más o menos" lo miré, "¿Me compraste mis pepinillos?"

"Sí, están en la alacena ¿Quieres que los traiga?"

"No" suspiré, "¿Helado?"

"En el congelador."

"¿De qué me lo trajiste?"

"De todos los sabores por los que lloraste la vez pasada."

"Bien" sonreí, me estaba convirtiendo en una mimada debido a él, no se limitaba en complacerme en mis caprichos.

"¿Quieres dormir ya?" me miró de lado.

"Sí, pero es frustrante, siempre me cuesta tanto trabajo."

Esta soy yo: RaphaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora