Viviendo juntos
Timothée se había quedado en mi casa aquella primera noche, durmió en mi cama, acurrucado contra mi espalda y masajeando la zona donde crecería el bebé, parecía demasiado feliz para ser un hombre soltero que fácilmente se hubiese podido deslindar de esa enorme responsabilidad, porque yo le estaba brindando esa facilidad, sin embargo, ahí estaba, queriendo formar parte de todo mi embarazo, incluso quería estar después de que el bebé naciera.
Dormí tranquila esa noche y el resto de las noches en su casa también, lastimosamente para mí, al hacer el volado de en qué casa viviríamos, había ganado la de él, no estaba de todo mal, ya había ocurrido en varias ocasiones en las que me molestaba con él por alguna razón en las que yo corría sin predicamentos a mi casa, dónde seguía viviendo Rachel cada vez que iba a Londres.
Era normal que cada que yo me escapara de la casa por las peleas normales de adecuación que Timothée fuera hasta mi casa y casi me arrastrara para que regresara junto con él, incluso Timothée insistía en que venidera la bendita casa para que no tuviera más escapes, pero a mí me parecía buena idea conservarla, nunca se sabía.
No hacía mucho que Timothée había ido a recogerme del trabajo, para este momento era más que evidente que algo sucedía entre nosotros, pero gracias a que era una chica delgada y a que mi embarazo en realidad no tenía mucho tiempo de estar presente, la noticia del bebé se había podido ocultar de manera efectiva.
Aunque eso no evitaba que los medios estuvieran vueltos locos y nos atacaran con más frecuencia que antes, lo cual molestaba sobremanera a Timothée, quién siempre se mostraba irritable en cuanto veía que iban tras de mí y su bebé en mi vientre.
"¿Qué se te antoja cenar?" me preguntó Timothée. "Le diré a Blanca que lo cocine para ti."
"Mmm... quiero cenar, acelgas con queso roquefort."
Timothée mostró su desagrado, pero asintió sin más y fue a pedir la cena que a mí se me antojaba. Sonreí ante la horrible expectativa que él tendría para su cena, pero de todas formas comía siempre lo mismo que yo comía.
"Amor, ¿Quieres que caliente agua para tu té?"
"¡Sí, gracias!" grité mientras subía las escaleras rumbo a la habitación, necesitaba descansar, estaba agotada.
Mi ritmo no había disminuido en ningún sentido por estar embarazada, iba a trabajar a las ocho de la mañana y salía a las ocho de la noche, cuando Timothée dictaminaba que era suficiente para mí. La cosa era, que tenía muchísimo trabajo últimamente, me di cuenta que era beneficioso que me quedara una temporada en Londres, lo cual también facilitaba la vida de Timothée, a quien le era fácil viajar a Frankfurt cuando hiciera falta.
Fui al baño y me cambié rápidamente a mi ropa de casa, prácticamente era un vestido amarillo de puntos totalmente holgado, únicamente acentuado en la zona del busto con un listón, era cómodo y bonito, sobre todo para estar en casa.
Tomé mi teléfono cuando de pronto este empezó a sonar, era un número desconocido.
"¿Diga?"
"Raphaela, hola."
"¿Olivia?" sonreí instintivamente. "Por Dios, hace tanto que no escuchaba tu voz, ¿cómo estás?"
Ella se quedó en silencio por varios minutos.
"Lamento lo que sucedió la última vez que nos vimos."
"Está bien, ¿cómo te encuentras?"
"Bien... en realidad te llamo para felicitarte, me ha dicho Francis sobre tu embarazo y que vives con Timothée."
"Bueno, las cosas se acomodaron así."
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Esta soy yo: Raphaela
Teen FictionRaphaela regresa con su última aventura en la que tiene muchas cosas que descifrar y no sólo es con referencia a su amor de la juventud Timothée Volker, sino que, como todo en la vida, las cosas no son fáciles, se complican si no es que para ti, par...