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Diez horas en espera

La mañana del día en el que nació mi pequeña hija Minnie May había sido ordinaria, Timothée se levantó de la cama sin molestarme, sabía que, si acaso me rozaba y yo despertaba, estaría llena de ira y frustración que iría a arremeter contra él, hacía bastante tiempo que él no podía siquiera abrazarme, yo en realidad dormía muy mal.

El día anterior habíamos tenido que atender una reunión social, donde yo había sido el centro de atención debido a mi vientre desarrollado y lo particularmente hermosa que me veía. Mis amigos habían llegado para atender el nacimiento, debido a que yo no podría ir a Nueva York, ellos se tomaron la molestia de llegar un poco antes a Londres, dentro de las fechas pronosticadas para que naciera.

La única que no había venido era Olivia, quien seguía tan extraña como aquel día en el que me la encontré en la fiesta, aunque ahora por lo menos me mandaba mensajes y llamaba de vez en cuando. Alguien que hubiese querido que no estuviera era Tiffany, quien era una invitada poco deseada, al menos de mi parte y el resto de los Volker se decidieron quedar aquí también.

Estaba por demás decir que yo estaba bien cuidada cuando Timothée iba a trabajar, lo cual me volvía loca, Millie y mi madre se encargaban de asustarme todo el tiempo con lo que sería el parto y los posteriores cuidados de la bebé, me saturaban de información que me hacían preocuparme todo el tiempo por ser una mala madre.

Rachel era otro caso, ella parecía más bien haber organizado todo para su llegada, se encargó de contratar diseñadores para la recámara de la bebé y mandó comprar todo lo que necesitaríamos para su próxima llegada.

Estaba por demás decir que me habían abrumado por completo.

"¿No pudiste dormir más?" me sonrió Timothée, quien salía del baño perfectamente cambiado.

"Casi puedo escuchar la respiración de Millie y mi madre al otro lado de la puerta" apunté con la mirada. "Seguro que quieren cerciorarse de decirme de nuevo cómo se siente las contracciones."

Timothée dejó salir una risita y se acercó a la cama, plantándome un beso tierno en los labios.

"Te amo, descansa."

"Ten un buen día" le sonreí.

Pero en cuanto salió por esa puerta, me levanté y me cambié lo más rápido posible, seguro que Timothée había corrido a las dos entrometidas de afuera, así que me daba el tiempo suficiente para huir de esa casa.

Abrí la puerta de mi recámara y revisé el pasillo para cerciorarme que era lo suficientemente temprano cómo para que nadie estuviese despierto y con ganas de molestarme. Sonreí y apenas di un paso hacia afuera, cuando un carraspeo me hizo detenerme.

"¿Qué haces?"

Cerré los ojos.

"¡Alek!" sonreí y miré con ternura a la bebé en sus brazos. "Sólo iba a la cocina."

"Mentira."

"Bien, me atrapaste" dije cansada. "Pienso escaparme de aquí, no lo soporto más, te invito a desayunar."

"Vale, lo acepto."

Ambos salimos a escondidas y dejé que Alek manejara, mientras yo miraba a la pequeña Amy Beth por el retrovisor completamente sorprendida de su calma al ir sola en la parte de atrás.

"¿Cómo lo has logrado?"

"Bueno, entendió que yo tenía que manejar y no importaba cuanto llorara, tendría que quedarse ahí" sonrió Alek.

Esta soy yo: RaphaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora