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El edificio en construcción

En cuanto Bruce recibió el alta y lo colocamos en un lugar de mayor calidad para sus necesidades nuevas, me largué de Londres. Me quedé lo necesario para revisar los asuntos más importantes de las empresas, revisé todo con presura y solucioné en tiempo record, pero había decidido que quería pasar la mayor parte de mi tiempo en Nueva York, definitivamente quería estar cerca de mis amigos en estos momentos.

Además, necesitaba ver a Olivia y Rachel cuanto antes, me habían dejado nerviosa desde las ultimas llamadas de cada una y era día que no me contestaban. Timothée había tenido que regresar a Frankfurt a atender negocios importantes de los cuales, por supuesto no me contaba, pero seguía en contacto conmigo, incluso, los días que me quedé en Londres, él durmió todos los días en mi casa.

Me había acostumbrado suficiente a él como para echarlo de menos cuando ya no estuvo a mi lado, incluso dolía, físicamente me dolía que no estuviera a mi lado y prácticamente pensaba en él todo el maldito día. Era en verdad odioso y uno de mis mejores secretos.

Había quedado con en casa de Rachel el día de hoy, por lo cual, a las cinco en punto de la tarde, yo estaba frente a su casa, ¿les había dicho que la pelirroja tenía un grave problema con la gente que llegaba tarde? En verdad, no tienen idea de lo que era capaz de hacer si la hacías esperar un minuto.

"Hola" me dijo desganada, abriendo la puerta de su casa.

"Por Dios" sonreí. "¿Qué le pasó a tu cabello?"

"No lo he peinado en tres días."

"Eh, ¿por qué?"

"Porque estoy en depresión, por eso" rodé los ojos y la abracé, era claro que además de no cepillarse el cabello, tampoco había tomado una ducha en todo ese tiempo, quizá más.

Era raro que la más perfeccionista de las amigas estuviera en ese estado, seguro que, si Bárbara viviera, ya se hubiese venido a reír de ella y la habría aventado a su alberca en la parte trasera de la casa.

"Vamos, te prepararé una tina."

"No" dijo en una tonada deprimente y alargada. "Sin baños."

"Tienes que bañarte si es que quieres ir conmigo."

"No quiero ir contigo."

"Tú eliges, o te bañas y te arreglas para salir, o te llevo así, sabes que a mí me importa poco."

"¿No puedes ir a ser un dolor de cabeza con Olivia primero?"

"No" le tomé la mano. "A bañar."

La casa de Rachel era preciosa, decorada en un estilo elegante y pulcro, las decoraciones, muebles y colores habían sido seleccionadas específicamente para cada parte de la casa siguiendo las creencias del Feng Shui, por lo cual era armonioso y agradable.

"Me puedes decir qué fue lo que sucedió" la había metido en la tina y prácticamente yo le estaba lavando el cabello.

"No quiero hablar."

"Vamos Rachel" busqué por la habitación algún indicio de recaída a su enfermedad, pero parecía estar todo en orden. "Dime qué pasa con Rudolf."

"No se menciona ese nombre en esta casa."

"Así que no... entonces, ¿por qué llevas el anillo de compromiso todavía?" sonreí cuando ella metió la mano al agua.

"Costumbre."

"Pero claro" rodé los ojos. "Bien, lávate el cuerpo, seleccionaré algo para que te pongas."

"Eres una pesadilla de las personas con depresión."

Esta soy yo: RaphaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora