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-𝙽𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚘𝚢 𝚋𝚞𝚜𝚌𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚙𝚛𝚘𝚋𝚕𝚎𝚖𝚊𝚜.

-𝚀𝚞𝚎 𝚏𝚘𝚛𝚖𝚊 𝚖𝚊𝚜 𝚑𝚘𝚛𝚛𝚒𝚋𝚕𝚎 𝚍𝚎 𝚟𝚒𝚟𝚒𝚛.

Aveces pienso que es injusto que las personas malas tengan el poder, estoy hablando de esas típicas personas malas que dañarían a un niño.

Shanks miraba como los marines pasaban al lado de la celda, el pelirrojo no dejo de sentir miedo en ningún momento, se pasó todo el tiempo pensando en su amigo peli-azul.

-Donde... ¿Dónde estamos?-Sus compañeros de celda lo miraban, era curioso que despues de todo el tiempo que pasó preguntara eso justo ahora, pero lo que más llamó la atención del dúo fue que él no sabía su propia ubicación.

El infante no se habia dignado en dirigirle la palabra a nadie, quitando al vice-almirante Garp, el viejo era la única persona que el niño conocía, por un momento cuando lo vio dirigirse hacia la celda donde se hospedaba sintió una pizca de seguridad, aunque se esfumó enseguida al darse cuenta que el era un enemigo.

Sus compañeros de celda no tuvieron tiempo de responderle, delante de su celda se encontraba una persona de estatura alta, en su espalda tenía unas alas negras, los dos que llevaban más tiempo aquí lo identificaron como Magellan.

-Akagami Shanks.-El marine lo miraba desconfiado, y estaba en alerta por si en algún momento intentaba atacar.- Me vas a acompañar a una sala, allí te vamos a interrogar, no causes alboroto.

Magellan se introdujo en la celda, se podía notar en su cara que ni él sabía muy bien que estaba pasando, solo quedaba esperar que el pequeño pelirrojo lo supiera. Quitó las ataduras del pelirrojo y le puso unas nuevas.

Había marines fuera de la celda, apuntaban con pistolas a los tres criminales, si hacían mínimo movimiento tenían la orden de disparar, pero sin matar al pecoso, ya que el aun era de utilidad.

Las manos del infante temblaban, sabía que los interrogatorios en ese lugar no eran muy amistosos, despues de todo los gritos que antes habia oído no parecían ser de felicidad.

Lo más probable es que lo torturaran de todas las formas posibles con el fin de sacar información, la gente así me enferma.

Paseaban por el nivel seis, con la meta de llegar a la sala de interrogatorio, cuando llegaron Shanks pudo darse cuenta de que no era un sitio muy acogedor, para empezar en medio de la sala habia una silla, la típica silla que tenía sitio para poner las manos, y en ese lugar habia unas esposas que te ataban a la silla, no se explicarlo bien, ¿Pero entendéis verdad?

Bueno, lo importante era que la silla estaba manchada de sangre, y sinceramente el pelirrojo dudaba que todo esa sangre pueda caber en un ser humano, por lo que lo más probable es que fuera de varias personas.

Al lado de la silla habia otra, pero este ya no tenía nada turbio, era un asiento común y corriente.

Las paredes eran grises, no entraba ni una pizca de luz, pero por lo menos habia unas velas esparcidas por la habitación, y por último habia un armario negro a un lado.

-Perdon por la sangre.-Una rubia entró por la puerta, llevaba gafas de sol y un peculiar sobrero.-Es que no lo hemos limpiado desde ayer.

Eso hizo palidecer al niño, tragó saliva y miró alrededor intentando encontrar alguna salida, desgraciadamente no habia ninguna.

Magellan lo arrastró hacia la silla, lo encadenó al asiento y se dirigió al armario. Cuando el menor vio el contenido del armario respiró apresuradamente y le dio unas tremendas ganas de llorar, pero no lo haría, si no no sería merecedor de ser parte de la tripulación de Roger.

H O P EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora