𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑖𝑓𝑖𝑐𝑖𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑚𝑎𝑟

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──Qué.

Lo miró confundido y extrañado, le parecía ridícula aquella línea del mexicano, sobre todo en el contexto que se encontraban. Negó varias veces mirando hacía los lados, cansado, frustrado y sin ningún tipo de compresión ante la repentina confesión.

──¿Te das cuenta lo que me decís? ¡Hace cinco minutos armaste un drama porque dije una pajereada! ──Decidió dejar salir de adentro suyo lo que estuvo carcomiendo su cabeza durante todo el camino.

No tenía ningún tipo de sentido lo que sucedía, fue solo un error que escapó de sus pensamientos y en su opinión, México estaba creando un drama innecesario. Primero actuó con desgano ante lo dicho de manera simple y ahora, declaraba amor.

──¡¿Cuál drama?! ──México no sabía que decir ante esto, pero el hecho de que el argentino estuviera alterado -o eso parecía por como levantaba la voz- causaba lo mismo en él. ──¡Sólo dije lo que querías escuchar!

Argentina lo miró con enojo, abriendo un poco más sus ojos, incrédulo de lo que oía. Se sintió como una gota que derramó el vaso por completo, incluso podría decir que no esperaba ese tipo de respuesta. Lo tomó desprevenido.

──¡¿Por qué carajo quisiera escuchar eso?!

──¡No lo sé, dímelo tú!

Argentina se tapó el rostro con ambas manos, gritando, pero silenciando su voz con sus palmas. Demostró como estaba su interior ante tan charla, queriendo dejar salir sus sentimientos de manera imprudente pero aún así satisfactoria.
Se frustró sintiendo que había arruinado todo solamente por pensar en voz alta, se supone que venía demasiado bien y ahora México creía que estaba enamorado o alguna cosa extraña.

──No pienso discutir esto, sos ridículo. ──Sentenció saliendo de ese lugar al destapar su rostro.

Se dirigió a su cuarto, viendo la vecina chusma del frente que lo miraba por la gran ventana descubierta y le hizo una mala cara. No tenía humor para lidiar con chusmas. Se tiró en su cama y tapó su rostro con un buzo que había sacado de la mudanza para ponerse antes de salir a comprar decoraciones.

Bueno, antes de intentar salir a comprar decoraciones, pensar en voz alta y acabar en ese desastre.

No podía creer que había salido tan mal. Es decir, no entendía porque justo ahora tenía que pasarle aquello. Se sentía bien teniendo algo de compañía y ahora solamente podía pensar en una cosa, o más bien, una nueva inseguridad desbloqueada.

« Si tanto de me acerca y ayuda, pero no toma bien algo que digo, ¿Sigue acá por obligación? »

Ese pensamiento le daba ganas de llorar.

Sintió pasos en ese piso de madera tan feo que tenía, bueno, más que feo estaba sucio, de todos modos no destapó su rostro, quería que se fuera y no encontraba una manera cordial de mandarlo a la mierda.
El azteca se le quedó viendo por unos momentos, atribuyéndose parte de la culpa de la situación, pero es que en verdad, nunca había entendido a Argentina.

O por lo menos, nunca se había molestado en hacerlo. Y se dejaba llevar por meras conclusiones simplistas y sentimentalistas, estaba mal de su parte creer que un "te amo" era lo que el sureño quería oír.

Y peor aún, decirlo sin... Sentirlo.

No toda declaración dulce era sinónimo de amor.

Aunque ahora mismo se acordaba de las novelas negadoras en cuanto la amistad del hombre y la mujer. En su opinión, deberían sacar una de jotos, así vendería más.

Dejó de estar parado en la puerta, para pasar a acostarse en la cama de Argentina, dudando en apoyar su cabeza sobre sus piernas, pero de todos modos lo hizo. El argentino pareció tensarse, pero no des-cubrió su rostro, mantenía la tela blanca sobre el mismo y no se movía para nada, apenas y podía notar su pecho queriendo regular su respiración.

──¿No era eso lo que querías oír?

──Do. (No) ──Murmuró con la nariz tapada.

──Entonces ¿Qué querías, güero? ──preguntó y el argentino dejó el buzo q un lado, para ponerse a ver por el ventanal, sin dirgirle la mirada a quien se encontraba en sus piernas recostado.

──Cortinas lindas.

México soltó un par de risitas ante esto, quedándose dónde estaba y cerrando los ojos. Quizás ambos se habían equivocado o quizás solo uno lo había hecho.

Depende de cómo lo vean.

──¿Crees que es estúpido que haya dicho que te amaba? ──Lo miró y este se encogió de hombros.

Ya respuesta era obvia a su parecer.

──Si te tengo que ser sincero, te podrías haber recibido de pelotudo ahí nomás. Pero, también es mi culpa por pensar en voz alta, aunque...

──Ah vez como si me quieres. ──Comentó burlándose y viendo como lo miraba mal, para después hincarle los ojos.

Debe admitir que no fue lo más sensato de su parte, pero su paciencia se acababa de a poco, eso le daba una justificación.

──Dejame terminar, animal. ──Murmuró. ──Aunque haya pesando eso, no quiere decir que te ame, mucho menos que te quiera.

¿Querer era más difícil que amar para él?

No le costaba para nada ser sincero. De todos modos, había sentido que lo había dicho más brusco de lo que quería. México se mordió la lengua ante esto, teniendo en cuenta sus principales intenciones, las cuales eran ser querido por el argentino.

Además de llegar a qué esté le importe, solamente porque Argentina no se importaba a sí mismo.

──Pero... Algo me dice que me vas a terminar queriendo.

Que parece ser para él, más difícil que amar.

──No sé puede forzar a alguien a querer.

El mexicano asintió, estaba de acuerdo con eso, pero había un pequeño detalle que podría resaltar. Se levantó de las piernas del bicolor, siendo aún ignorado por este. Tosió haciéndose notar y el sureño decidió dejar de lado su egoísmo y mirarlo.

──Quizás no me quieras, pero al menos sé, que estás dispuesto a acostumbrarte a compartir tantito de tu vida conmigo.

Terminó de citar a su manera aquello dicho por Argentina, mientras le sonreía.
Aunque el autor de la frase, no pudo evitar tomarselo a mal.

Así que simplemente volvió a hincarle los ojos.

𝐄𝐅𝐈𝐌𝐄𝐑𝐎 | 𝘔𝘦𝘹𝘈𝘳𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora