𝑝𝑎𝑙𝑜𝑚𝑎 𝑚𝑎𝑟𝑟𝑜𝑛

530 90 43
                                    

ARGENTINA T

Bueno, se supone que hoy íbamos a ir a la comida esa asquerosa que teníamos. Más bien, a la comida esa asquerosa que él tenía y a la que yo estaba siendo obligada a ir.

Nefasto dijo el Coscu.

Había más gente de la que pensé, lo peor es que todos estaban conversando y yo había perdido a México. Me dí vuelta dos segundos porque ví una paloma marrón y ya no estaba.
Lo peor era que me estaba respaldando en una capucha y lentes de sol, me sentía Matías Candia.

Pero menos cancelable. Creo

Me achiqué en una esquina, para mí mala suerte no había nadie que conociera aunque sea un poco, igual si hubiera alguien que conociera no estaría cómodo. Agarré mi celular para hacerme el interesante por un rato, en sí solo estaba viendo fotos ridículas que tenía por ahí, más que nada fotos que enviaban en grupos en los que estaba, pero en los cuáles no hablaba.

O sea, todo mi WhatsApp.

Miré por unos segundos WhatsApp luego de salir de la galería, lo hacía con cara de odio, me estresaba esa aplicación, así que la borré a la mierda.
Me arrepentí al toque, yendo de nuevo a querer descargarla como un pajero, pero antes de hacerlo me detuve en seco.

Porque a nadie le importaría realmente.

Cerré la boca y fruncí el ceño por tener todos los labios en la mierda por no ponerme crema en pleno invierno.
Estaba calculando la puerta para irme, pero apenas la tuve en la vista escuché que se me acercaba.

──Hey ¿A dónde te vas, güero? ──preguntaste y te miré mal.

¿Ahora venís a aparecer pelotudo?
Hasta que vos viniste ya me replantee toda mi existencia, los pantalones los hice bermuda y todas esas cosas que dicen los viejos.

Atte: el pendeviejo.

Mi mala cara y mi mal humor incrementaron, tenía ganas de cagarte a palos con una cuchara de madera, y no le que uso para batir cosas dulces, sino la que uso para la cebolla y que te quede impregnado ese olor de mierda, aunque con tu colonia pedorra que te pones ya tenés olor a culo.

Pelotudo.

──Holaa ──dije con sarcasmo ──¡No podés dejar a alguien rancio como yo solo!

Grité en un susurro por muy boludo que parezca.
Ahora México frunció las cejas, cosa que me hizo enojar aún más.

¿Quién se piensa este que es para enojarse? Acá la víctima soy yo.

──Te envié mensajes y no me contestabas.

Ah.

Bueno, como pega el hambre che.
Decidí hacerme el boludo y me rasque la nuca.

──No traje celular.

──Lo tienes en la mano.

Boe tanto me iba a analizar.

──Bueno che, dejame, tengo hambre. ──Exclamé cruzandome de brazos, esperando que me dijera que vamos a comer.

Según yo, íbamos a comer nomás, así que después de eso podríamos hacer el taza taza. Y como estoy indignado, el taza taza para México sería una patada en el orto a si país.

Antes de que me pudiera responder, se acercaron varios a hablar con él, claramente me saludaron por educación, aunque me re quedé en segundo plano. Creo que lo peor era sentir que a veces desviaban las miradas hacía mi, pero las pasaban de largo.

Cosa que me hacía sentir altamente observado, pero a la vez invisible.

No cuadraba ninguna ahí, no tenía vela en el entierro.

𝐄𝐅𝐈𝐌𝐄𝐑𝐎 | 𝘔𝘦𝘹𝘈𝘳𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora