CAPÍTULO 21

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-Rompiste tu palabra... ¡Aléjate de mí por el resto de la noche!- dije resignada.

Desconocía de dónde había surgido la fuerza suficiente para pronunciar aquella advertencia. A estas alturas, ambos sabíamos que cuando Ernesto se acercaba tanto a mí me debilitaba el sistema nervioso entero. Ese patán lo sabía y utilizaba a su favor.
-Pues lamento decirte, que no me alejaré nunca más -dijo tomando mis manos -¿Cómo te tengo que demostrar que estoy enamorado de ti?, vine a éste estúpido viaje con la misión exclusiva de aclarar todos los mal entendidos que hemos tenido y te advierto que así me llevé toda la noche quiero que me grites, que me preguntes, que me abraces, que me des bofetadas o todo lo que sea necesario para que arreglemos esto de una vez. ¿Cómo ves guapa?

Asombro. Incredulidad. Sorpresa. Esos eran los estados de ánimo que ese hombre me obligaba a atravesar constantemente. Ernesto estaba decidido a solucionar todo de una vez por todas, entendí que eligió esa cabaña y esa noche para hacerlo. Su determinación hizo que me calmara.
-No creo que tenga caso - dije al mismo tiempo que desempaque mi maleta.
-Sí lo tiene - dijo hincándose al pie de la cama - No puedo pasar una noche más sin estar bien contigo, Adrián a entiende que me traes loco y pretendo enamorarte pero no me dejas bonita...Yo sé que sientes algo especial, lo veo cada vez que te atacas de nervios cuando te veo a los ojos...
Al escuchar eso supe que estaba vulnerable, evadí su mirada fingiendo molestia.

-¿Ves? A ese gesto me refiero...Tienes los ojos más hermosos de la galaxia y no sabes cómo adoro admirarlos de cerca.
-Ernesto...Han pasado tantas cosas...
-Adriana, escúchame. Yo sé que te he fallado pero debes saber que la mayoría de sucesos no han sido mi responsabilidad sino de terceras personas, por eso estoy aquí. Porque solo alterando el sorteo y haciendo que te tocará conmigo "por azar" fue la única manera de estar solos para solucionar todo esto.
-¿Qué? - grité sorprendida - Esa rubia malvada me va a escuchar al rato...
-No te enojes con ella, ni con Daniel... Fue mi idea. Soy el autor intelectual. La tuve que convencer de ser la autora material, sólo lo llevó a cabo pero entiéndeme guapa, no sabía qué hacer, estaba desesperado ¿Si?

Las palabras de Ernesto a tono de súplica me conmovieron. Decidí ceder y regresé a la cama. Suspiré y asentí.

-Entonces...ya que conspiraron a tú favor y a mis espaldas...ahora que estamos aquí ¿Qué haremos? - cuestione.
-Hablemos por favor -dijo tomando mi mano.

Rentar la cabaña había sido la mejor decisión que ambos habíamos tomado hasta ahora, era un sitio íntimo en el que podríamos hablar, además me sentía segura estando con Ernesto.
-Bonita, pregunta todas las dudas que quieras que te aclare, créeme que tengo una explicación para todo.
-¿Para todo? - pregunté con gracia.
-Para todo, te lo juro.
-¿Por dónde empezar? todo se ha arruinado desde el inicio...-señalé con tristeza.
-Adrianita, no te pongas triste - acarició mi mejilla - Empieza desde el 9 de enero, el día que nos conocimos.
-¿Recuerdas la fecha? - pregunté intrigada.
-¡Claro! No podría olvidar el día que me cambió la vida - respondió sonriendo.
Devolví la sonrisa.
-Nunca te conté porqué después de conocernos me alejé unos días y te evité - comencé mientras recordaba.
-Siempre me pregunté la razón bonita.

Le conté a detalle la ocasión en que entré al baño y escuché los comentarios en mi contra en los que las mayores chismosas de la universidad describían las fiestas y la infinidad de mujeres que pasaban por los brazos de Ernesto.

-¿Alejandra? - cuestionó molesto -Me parece de lo más bajo e hipócrita que se hagan las inocentes conmigo y te ataquen sin fundamentos.
-Ernesto, no niego que me dolieron sus comentarios pero también confieso que me alejé de ti porque me dejé llevar por sus advertencias sobre ti, dijeron que las mujeres y las fiestas...
-Si sí, entiendo. Yo reaccionaria igual que tu bonita. No me conocías y si yo hubiera escuchado esos comentarios tampoco querría saber nada de la persona que te describieron.
-Gracias por comprender -dije.
-Discúlpame por no investigar y poner límites a ese grupo de envidiosas.
-No es envidia, tal vez son celos por ti -me lamenté.
-Adrianita chiquita y bonita, es envidia...aunque no lo creas, tienen mucho que envidiar de ti, tipos como yo les sobran pero rivales como tú las acaban de inmediato.

Algo Contigo (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora