CAPÍTULO 27

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El verano de 2008 fue memorable.
Nuestro primer verano juntos y a la vez lejos. Me fascinaba ser testigo de la gran oportunidad de Ernesto al lograr un trabajo tan relevante para su vida profesional. De hecho, había algo en su faceta laboral que me hacía sentir una atracción por él al triple. Creo que se trataba de ese empoderamiento y seguridad en sí mismo que transmitía al prepararse para afrontar dicho reto. Era eso, o que su cabello comenzaba a crecer junto a esa barba que provocaba a todo mi ser con la magnitud de un  terremoto de 9 grados en escala Richter.
Como lo prometimos, pasamos juntos esa última semana antes de su partida al Distrito Federal. Desde el lunes por la mañana hasta el sábado en la tarde tuvimos horas y horas de calidad en las cuales cada vez nos conocimos más, aprendimos sobre gustos e intereses uno del otro y nos reímos con nuestras tontas conversaciones que siempre llegaban a fases profundas en las que ambos quedábamos maravillados.
El lunes fuimos a desayunar a un restaurante familiar, el martes bebimos un café en un sitio recién abierto, cerca de un parque novedoso en la ciudad, el miércoles fuimos a un centro comercial y sin pensarlo mucho tiempo entramos al cine. El jueves decidimos ir con nuestros amigos a cenar a casa de Daniel pues sus padres se encontraban fuera de Puebla. Y para finalizar, el viernes no tuvimos plan. Sabíamos que necesitábamos vernos. Sentirnos cerca. Abrazarnos antes de vivir lejos por casi tres meses. Olernos. Escuchar su voz y él mi risa. Vernos a los ojos y muy posiblemente tomarnos de la mano. Días antes, comencé a hacerlo por inercia.
Mientras caminábamos por la plaza comercial y reía ante un comentario gracioso de parte de él, mi cerebro dio la orden a mi sistema nervioso para que inconscientemente mi brazo hiciera un movimiento y mi mano estrechara a la suya. Ernesto se derritió de amor ante mi iniciativa y respondió apretando su mano contra la mía, seguido de unas palabras que jamás olvidaré : "Quiero permanecer así, contigo, por los próximos 50 años como mínimo".
Así que sabíamos que el plan era lo menos importante. El hecho de vernos y tomarnos de la mano ya era nuestro plan perfecto.
Ernesto tenía que terminar de empacar su maleta, realizar unos pagos de servicios básicos del apartamento en Puebla antes de dejarlo solitario durante el verano. Y, claro, dejar su auto en casa de Daniel. Viajaría a las 3 de la tarde para llegar a conocer su nuevo departamento, prestación laboral, cortesía de la PGR.
Ante sus obligaciones, decidimos que lo mejor era vernos en la mañana. Muy temprano para no interferir en sus tareas pendientes y evitar retrasos. La cita fue a las 9:00 am en un centro comercial cercano a mi casa.
一 Bonita, éste trabajo marcará el inicio de nuestros éxitos juntos  一explicó acariciando mi mano 一 Ya verás que a mí regreso, tras estos meses largos de espera todo va a ser diferente y al fin seremos novios. Lo prometo.

Al escuchar su promesa percibí compromiso y honestidad en sus palabras. Con Ernesto nada preocupaba. Nada me inquietaba. Nada pesaba.
Tras afirmar su visualización con una sonrisa y después de compartir mutuamente galletas de chispas de chocolate con un poco de leche en medio de una banca, ya que era muy temprano las cafeterías y tiendas de la plaza aún no abrían, recordé entonces que debía mostrar a Ernesto un pequeño detalle que había hecho para él.

一 Es cierto, te traje un regalo 一 avisé mientras buscaba en mi bolso un sobre color rosa.
一 Adrianita, el regalo más grande y bonito es estar contigo 一refirió al darme un beso en la mejilla.
一 Para mí también es un regalo pasar mis días a tu lado 一asentí  一 Es  sólo que me gusta darte detallitos 一 afirmé extendiendo el sobre en su mano.
Ernesto lo tomó sorprendido, leyó en la esquina superior derecha:
"Para: Ernesto, el mejor futuro novio del mundo.
De : su admiradora secreta"
Acto seguido abrió el sobre y tuvo en sus manos la primera carta que le escribí de puño y letra: 

Querido Ernesto: 

Espero estés muy bien porque yo estoy muy muy feliz de tenerte en mi vida. Tal vez lo imagines, pero debes saber de manera oficial que cada día me gustas más, al grado de dejarme sin habla de lo emocionada y eufórica que estoy por ti. Me acuerdo de las incontables veces que te evité en los pasillos, de los corajes que me hacías pasar al ser un "patán, poco hombre" y mírame, ésta es la primera carta que te escribo a mano confesándote que me encantas (la primera de muchas). Aún no me explico qué hiciste para lograrlo, lo que si sé es que me inspiras como nadie en el universo. Mi Ernesto, mi abogado favorito, llegaste sin avisar, sin darte cuenta del impacto que has causado en mi vida, distraído como de costumbre aunque, siendo sincera yo ya te había visto en la cafetería meses antes en mi primer semestre. Sé que te impactará la noticia pero en serio te vi una vez desayunando a lo lejos y la verdad es que pensé "Que tipo tan guapo" . No, no fue planeado, simplemente pasó. Debes saber que las mujeres los elegimos primero. Vi un documental acerca de eso, así que espero tengas la intención de quedarte para siempre, o mínimo los próximos 50 años. Ernesto, tu mirada golpeó mi existencia y la puso de cabeza. Eres la recompensa a cada una de las noches en las que me dormí llorando, rogando encontrar el amor algún día. Eres mi deseo cumplido. Haces que deje de imaginar historias en mi cabeza y te quiera AQUÍ conmigo, mi amor. GRACIAS por hacer mi vida más rosita desde que llegaste, los planes y objetivos que tenemos los quiero lograr todos contigo.
Ya eres sólo tú, no necesito nada más. Cada canción de amor, cada atardecer, cada pensamiento, todo me recuerda a ti y te lo dedico. Ernesto Ibarraran,  quiero todo contigo, pasear, reír, caminar, mojarnos en la lluvia, dormir juntos, platicar de todo, chismear hasta tarde, leer, cantar a todo pulmón, cocinar, ser tu modelo, posar para ti, bailar y ser nosotros.

Te voy a extrañar demasiado, al grado de querer tomar un autobús a México DF y correr a besarte. Prometo no enloquecer y ser fuerte. A tu regreso en Agosto, estaré aquí para ti. Joven Ernesto, no olvide que yo a usted quiero amarlo y cuidarlo de la manera correcta.
Todo va a estar bien, Ernesto. Por último y para quedar claros:

Eres TÚ y todos los demás. Así separo el mundo, mi mundo.

PD: En el sobre encontrarás, además de esta carta, unos cupones especiales y un texto escrito por mí. Lo escribí hace unos meses mientras pensaba en ti. (Ábrelos ahora)
Atentamente :
Adriana SCR (tu fan #1).

Los cupones eran pequeños papelitos de colores con distintos regalos escritos en ellos: "CUPÓN VÁLIDO para cantarte un cachito de una canción (la que quieras)" "CUPÓN VÁLIDO para te haga un tatuaje amoroso con tinta de lapicero" "CUPÓN VÁLIDO para abrazarte tomándote del cuello" "CUPÓN VÁLIDO para 10,000 besos" "CUPÓN VÁLIDO para ser muy felices los próximos 50 años (Vigencia NUNCA)".
El texto era el mismo que había escrito meses atrás en mi agenda desenterrando ese talento heredado de mi gran abuela escritora Silvia. La sonrisa de Ernesto era sublime. Se notaba emocionado. Mi detalle de corazón logró lo impensable: conmoverlo. Mientras escribí la carta, jamás imaginé que al terminar de leerla Ernesto estuviera llorando.

Me desconcertó su reacción. No me la esperaba. Tomé su mano y el me abrazó de inmediato.

一 No tienes idea de lo que me hiciste sentir  一 dijo al mismo tiempo que acaricio mi cabello 一Eres indescriptible, no tengo palabras. 

一No era mi intención hacerte llorar, de hecho no imaginé verte llorar tan pronto 一 aseguré limpiando sus lágrimas.

Él tomó mis manos y las besó suavemente. Nos fundimos en un abrazo largo. Esos abrazos eran mis favoritos.

*****

No quería que terminara el viernes. Después de ver a Adrianita tuve que dejarla en su casa y realizar las ultimas diligencias antes del viaje. Tenía que salir de Puebla el Sábado a las 3:00 pm para acoplarme a mi nueva casa en el DF durante el resto del fin de semana. Al parecer todo estaba listo, en otras circunstancias estaría ansioso de iniciar mis vacaciones, no más universidad por tres meses, un trabajo temporal por el que muchos darían la vida y vivir solo en la capital del país. Pero esta vez, mi persona favorita estaba de por medio.
La última semana fue una de las mejores de mi vida, ver a Adriana todos los días, abrazarla y leer esa carta, su texto y sus hermosos cupones me tenían caminando en las nubes.
Deseaba irme a la capital, mis padres estaban orgullosos, Alberto, mi coordinador estaba feliz de mandarme a tan importante labor y ella compartía mi alegría. De todos, era la más sacrificada. La que más me apoyaba. El viernes pude ver en sus ojos que estaba orgullosa de mí, pero también vi melancolía. Quería correr a su casa y robarmela como en los tiempos de la Revolución. Subir por la pared a su recámara, llevármela con un montón de sueños y su vestido rojo. Irnos no al DF, sino a un Rancho en Zacatecas a vivir nuestro amor y mandar al carajo los tres meses del verano estando lejos de Adriana.
¡Qué fantasía! Lástima que salí de ella cuando mi celular vibró.
一Ernesto con calma, el chófer del procurador se retrasará unas horas. Pasará por ti en la noche, a las 10, si aún tienes pendientes resuelvelos. Hay tiempo.
La noticia de Alberto me cayó de lujo. Hasta ahora había preparado todo antes de irme. Pero sí tenía un pendiente. Antes de mi ausencia en el verano yo tenía que besar a mi Adrianita.
Sin pensarlo dos veces, hablé a Daniel al celular, una aventura express, nos esperaba.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2023 ⏰

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