Capítulo 8: poeta empedernido.

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—Con que lees poesía

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—Con que lees poesía. —esperaba que me escuchara porque la verdad comencé a pensar que luego de ese pequeño gesto me iba a ignorar.

—soy una caja de sorpresas. —respondió y me miró de reojo mientras hacia algo en su celular. Miro la flor en mis manos, los nervios me están consumiendo, y la verdad yo hace mucho no me ponía nerviosa por nada más que mis disertaciones. —¿Qué hacías? —lo miré confundida por la pregunta. —me refiero a como llegaste aquí.

Estuve a punto de decirle que, con los pies, pero me contuve y reí para misma.

—estaba dando un paseo y te vi a lo lejos, quise pasar a saludar.

—el destino sigue queriendo juntarnos. —vuelve a mirarme. —¿quieres escuchar? —noto como me ofrecía el auricular que no se ha puesto y lo tomo en mis manos, me acerco a él y quedamos hombro con hombro, me desesperaba el estar tan pendiente de este pequeño gesto. Al llevar el pequeño aparato me sorprendo al escuchar aquella canción tan ruidosa, y de ritmo extravagante. —¿te gusta? —preguntó.

—claro que sí, es Teeneger. —respondí, sintiéndome la chica más sabia del mundo.

—De My Chemical Romance, son unos jodidos genios de la música. —pude notar la emoción en su voz al decir eso. —¿los conoces?

—no muy bien, conozco algunas de sus canciones, disenchanted me encanta, y estoy segura que alguna más. —volteo a verlo y dejo el auricular en mi oído mientras escuchamos esa canción tan movida. —¿es tu grupo favorito? —ahora si que noto mucho más nuestra cercanía.

—uno de ellos, la verdad no podría escoger uno solo.

—pues esta canción está muy buena, creo que la agregaré a mi playlist. —agrego, vislumbro una pequeña sonrisa en su rostro y esquivo su mirada, ahora miro a una pareja en la banca frente a nosotros.

—fíjate en las letras, "todos los adolescentes me asustan muchísimo", creo que es una frase digna de ser discutida por algún filosofo, quizá y lo haga yo mismo algún día. —rio ante ese comentario. Abel no es ese chico que me había creado en mi mente, cuando lo conocí pensé que era un chico altanero, desagradable, superficial y macabro, todo lo que no me gustaba lo había metido en un pack con su nombre.

Pero me he sorprendido a mi misma pensando en que no es nada de eso, bueno si que es arrogante, pero no se aprovecha de eso.

—poeta, filosofo, y futuro abogado ¿algo más que agregarle a tu lista de cualidades? Digo, para decirle a Maia.

—¿hablas de mi con Maia? Spielberg. —y me arrepentí de haber dicho eso, porque con su respuesta mis mejillas casi se incendian de calor. —no me digas nada, tu cara lo dijo todo. —soltó una carcajada.

Graba eso por favor, tenemos nuevo tono de llamada

¡Shh! Nuestro tono de llamada debe ser la risa de Nathan.

El secreto de AbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora