Prefacio (1)

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Atención a todo aquél que sea una persona sensible, este es un capítulo altamente cruel, así que solo les advierto por si se encuentran con algo que no es de su agrado. Además solo será este, ya que es parte de la trama de la historia.
Next!

Selene Langford.

(Pasado)

1 de Julio de 2017

Mi cuerpo temblaba, y el miedo que me invadía constantemente se apoderaba de mi en estas situaciones. Sus ojos quemaban, haciéndome sentir demasiado sucia, su tacto en la muñeca me estaba lastimando, pero ya me acostumbré a este tipo de cosas. Somos jóvenes así que me convencí de que algún día eso cambiaria. Repetía aquello cada día en mi mente, él estaba mal y yo lo ayudaría a curarse, aunque saliera herida en el intento.

Volví a concentrarme en él. El chico que me observaba con furia y yo solo con amor, esperaba que él reaccionara y me soltara porque eso me estaba comenzando a doler.

- ¿Por qué le contaste a Crystal de nuestra noche? -preguntó furioso. Cerré los ojos un momento ya que la muñeca se me estaba haciendo añicos y me dolían como nunca, esperaba que eso lo alertara y se apartara, pero al parecer lo incitó porque me sostuvo más fuerte, abrí los ojos ignorando el dolor. Sus ojos color miel casi amarillos me observaban firmemente, abrí la boca para poder hablar.

- Hey, me estas lastimando. -logré decir, eso lo enfureció, su ceño se frunció y de un movimiento muy rápido soltó la muñeca para agarrar un mechón de mi cabello y tirarlo brutalmente, sentía que en cualquier momento los cabellos se desprenderían de mi cuero cabelludo, se posicionó detrás de mí, aun jalando mi cabello y me susurró en la oreja.

- Te hice una pregunta. -aflojó un poco el agarre, pero luego sentí como volvió a tirarlo con brutalidad, una lagrima corrió por mi mejilla y la dejé llegar hasta mis labios, quería apaciguar el dolor, pero no servía de nada, tragué saliva con dificultad y observé él lugar en busca de alguna vía de escape. Nos encontrábamos en su casa, y en su habitación, las cortinas de la ventana estaban cerradas y la puerta de la habitación estaba cerrada, nadie nos molestaría porque sus padres estaban en el hipódromo y los empleados sabían que no debían molestar, no tenía escapatoria.

- Dijiste que no lo volverías a hacer. -dije en un hilo de voz y una mirada suplicante, ya que mi voz estaba quebradiza y no quería que me escuchara llorar, su agarré se soltó y sentí caer mi cabello, se dio la vuelta para quedar frente a mí, mis ojos mirando su clavícula, alcé la vista y antes de que pudiera reaccionar, con una brutalidad enorme me empujó hacia un costado y caí al piso junto a la cama, por el impacto del golpe me pegué en la espalda y el cabello se me fue a la cara, el dolor invadió rápidamente cada parte de mi cuerpo, como pude me acomodé un poco -aún en el piso- y tragué saliva para evitar llorar, a pesar de que las lágrimas se me escapaban solas.

- Sé lo que he dicho y también sé que te hice una pregunta. -se acercó a mi rápidamente y con ambas manos me levantó el rostro, la fuerza con lo que lo hizo me dolió, pero debía ser fuerte, por los dos, solo éramos adolescentes, esa maldad algún día se iría, dejando ver al gran y humilde ser humano que se esconde dentro de él, solo necesita un poco de tiempo, pronto sanaría. -Responde. -ordenó, sus ojos destellaban furia y los míos dolor.

- Es mi mejor amiga, solo ella lo sabe. -respondí y bajé la mirada. Me soltó bruscamente dejándome nuevamente en el piso mientras que me acomodaba bajé la mirada a sus zapatos, se apartó y puso una mano en su mentón, molesto, lo conocía tan bien que hasta sabia cuando era mi perdición, pero yo no desistiría, yo sería incondicional y acabaría con sus malos hábitos, abracé mis piernas con los brazos y me quedé allí unos segundos, con el cabello pegado en el rostro ya que las lágrimas me mojaron el rostro.

El secreto de AbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora