Capítulo 12: Honey if you stay, I'll be forgiven.

59 13 50
                                    

(Famous Last Words. -My Chemical Romance. Es la canción que escuchan en el auto más adelante.)

En definitiva, la excursión estuvo genial, dejando a un lado los gritos del señor Martin hacia cada cosa que hacía Dylan y Trev claro. Caminamos mucho, vimos sitios hermosos, llenos de vegetación y tranquilos, vimos cada centímetro de los yacimientos, tuvimos que buscar piedras y cosas que habían escondido con el fin de que fueran encontradas por nosotros, anduvimos en mitad de la tierra literalmente, y antes de dejar Pine Valley en su totalidad nos llevaron a un centro recreativo donde había muchos juegos para futuros arqueólogos y en especial buena comida. No es que la comida en lata fuera mala, era buena, para sobrevivir, pero estuvo bien probar algo más que frijoles.

De vuelta, como nos habíamos gastado toda la energía en el centro, la gran mayoría de nosotros nos vinimos durmiendo en el viaje, y ahora nos estábamos despertando por los gritos del profesor con el megáfono.

—¡Es hora de levantar el trasero, vagabundos! ¡arreglen sus cosas, ya casi llegamos!

—Ahg, alguien quítele ese megáfono y métaselo por el culo por favor. —Elliot se queja en mi hombro, y se acurruca para tener más comodidad.

—Venga Elliot, levanta, ya casi llegamos. —le muevo la cabeza a un lado con la mano.

—Sí mamá. —se estira a más no poder en el asiento, clavándome el codo en la mejilla. —Hey, ¿alguien te viene a buscar o quieres que te lleve a casa? —me ofrece el rubio.

—no gracias, he quedado con Maia, ella vendrá por mi junto a Silvestre.

—genial, tendré que irme con míster simpáticidad en persona. —pone una mueca muy graciosa.

—vamos, ya todos sabemos que te gusta, no lo niegues. —lo molesto apuntándolo con mi dedo.

—sí, pero ella no, y eso es lo importante. —yo solo puedo reír en respuesta.

Una hora después, sigo en la entrada de la universidad esperando a Maia, quien no me atiende las llamadas ni los mensajes. Al igual que Sil. Que pésimos amigos son.

Y si, se preguntaran ¿pero no que vives cerca de la universidad? ¿Por qué no te vas caminando?

Pues porque primero, me da pereza, segundo estoy cansada y tercero, llevo una mochila tremenda en la espalda que pesa un montón.

Pero bueno, al final de todo decido levantarme y comenzar a caminar. Justo cuando llevo cinco pasos un auto negro moderno que ya conozco, se detiene a mi lado.

—¿necesitas un aventón? Me han dicho que estas calles son muy peligrosas, sobre todo para gente distraída con inmensas mochilas en la espalda —dicho esto, me doy la vuelta para verlo fijamente, el chico está con el semblante serio, examinándome con la mirada, luego de un rato se muerde el labio y sonríe, dejando a la vista su perfecta sonrisa. Giro los ojos y lo ignoro comenzando a caminar de nuevo, siento como el auto se mueve lentamente a mi lado. —Vamos Artie, te llevo, me queda de paso a donde voy. —Abel estaciona el auto y yo me detengo.

—no creo que sea necesario, Maia ya viene por mí, está en camino. —respondo, pero antes de volver a caminar, el pelinegro ya se está bajando y tomando la mochila de mis hombros para subirla a su auto. —enserio Abel, estoy bien. —rio cuando sin querer me hace cosquillas con las manos, pero me callo enseguida para que no me vea.

—no seas pesada Soledad, yo te llevo. —abre la maletera y deja la gran mochila. Me cruzo de brazos cuando me acuerdo como me ha llamado.

—¡Hey, no te he dicho mi nombre para que lo uses así! —cierra la maletera y me observa divertido antes de morderse el labio y caminar a mí. No me pregunten porque, pero siempre que lo tengo cerca soy muy consciente de sus gestos y su cercanía. En este momento creo sentir como me pican los pies por acercarme, pero me mantengo en mi lugar a pesar de todo.

El secreto de AbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora