Capítulo 14: ¡Feliz Halloween!

47 11 34
                                    

¡Holi, disfruten esto tanto como yo, y no olviden votar y comentar! Los amo muchito <3

¿Se acuerdan que dije que me mantuve firme y dura todo el tiempo? ¿sí?

Pues mentí, mentí cobardemente y pido perdón.

Porque al llegar a casa lo único que hice fue tenderme en la cama y llorar. Llorar por todo lo que había dicho, llorar por todo lo que había soportado y no merecía, y llorar porque me apetecía hacerlo y tenía ganas.

Nunca es fácil dejar a alguien que has querido durante tanto tiempo. A alguien que antes era tu hogar. A alguien que te entregó mucho pero que también te dañó.

Y necesitaba aquello, necesitaba dejar de pensar y cargar con todo ese dolor que no me pertenecía.

Necesitaba seguir adelante.

Pero no esta semana. No cuando me sentía decaída como el infierno y me había llegado la señora regla. No cuando mi cama estaba tan cómoda, con el clima perfecto para ver alguna película o leer mientras me tomo algo caliente y me tapo con alguna frazada. Esta semana sería mía nada más y no pensaba levantarme en lo quedaba de di...

—¡Artie, joder, levanta que aquí apesta! —el quejido de Maia me despierta. Veo a la rubia moverse por mi habitación abriendo cortinas y recogiendo ropa sucia que no me he molestado en recoger. —dios, te he dado tiempo Artie, pero enserio necesitas ponerte a ordenar, estoy muy segura que tu habitación se podría confundir con la de un chimpancé ¡Y ellos no necesitan cama! —me río por lo bajo sin dejar que me vea.

—Déjame Maia, estoy pasando por las fases de la ruptura y no me apetece levantarme, me pesa hasta el alma. Vete y déjame en mi melancolía eterna, ya habrá días para limpiar. —dramatizo desde debajo de las mantas.

—Lo único que te va a pesar va a ser el culo cuando lo muevas y te pongas a limpiar, levanta. —dicho eso Maia toma las tapas que me cubrían y me las quita de encima exponiéndome al frio del ambiente.

—que pesadas andas hoy, vete y déjame en mi nube de dolor y sufrimiento, yo estaré bien, sálvate si puedes. —dramatizo nuevamente antes de sentarme en la cama, Maia solo me pone mala cara y se lleva la ropa sucia

—wow. —escucho la voz de Mackenzie quién ahora se encuentra apoyada en el marco de la puerta observándonos. —huele a que aquí se murió algo.

—si, mis ganas de vivir. —me quejo.

—deja de ser tan dramática y mueve tu trasero a la ducha, llevamos media hora esperándote.

—ah sí, ¿A dónde vamos?

—Sam dijo que sería bueno para tu alma algo de aire fresco y comida grasosa, así que iremos a comer a algún lado. —explica Mack mientras juega con la taza entre sus manos. —yo dije que solo necesitabas una botella de tequila y buena compañía, pero me ganaron en votación así que —se encoge de hombros. —¡comida grasosa! Wuju. —dice con ironía. Sonrió de lado y me levanto para coger algunas cosas antes de entrar a la ducha.

—Hubieran contado mi voto para lo del tequila. —choco el puño con la morena y Maia nos mira mal.

—ni al caso, perdió uno a tres. —la rubia dice antes de salir.

—yo igual he comprado tequila para emborracharnos. —Mack me susurra antes de desaparecer por el pasillo también, niego y rio para mí misma.

Si hay algo que tengo que agradecer, son mis amigos.

Los que, debo aclarar no me han dejado solo en estos días luego del rompimiento. Ahora mismo Sil y Sam están jugando no se que cosa en el televisor junto a los gemelos, que como me ha explicado, son su responsabilidad este día y no puede separarse ningún minuto de ellos, mientras que Mack y Maia limpian.

El secreto de AbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora