Extra #1

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*Hechos ocurridos en la fiesta, horas antes de que Hades le pidiera a Katherine que bailara para él*

PRISCILA

Mi vestido gris se abraza a todo mi cuerpo, resaltando la curvatura de mis pechos, mi pequeña cintura, mis nalgas, y la falda se aprieta contra la mitad de mis muslos. Mis tacones me empiezan a molestar considerando que tengo poco tiempo con ellos puestos, el caminar me resulta algo incómodo, no son tan altos, pero las tiras cruzadas me maltratan mis tobillos y parte de mis piernas. No sé porqué dejé que Hades eligiera mi ropa para hoy.

¡Estos zapatos me están matando!

Espero por el protagonista de mis pesadillas pacientemente, bufo, ¿a quién quiero engañar? Estoy tan desesperada por irme a casa que al primer descuido de Hades me largo de aquí, llevándome a Kathe, nunca la dejaría sola con ese cretino. 

En la entrada de la cocina hay un pequeño círculo de adolescentes fumando no sé que porquería y el humo llega hasta mí haciéndome toser, nunca he sido muy tolerante al humo. La nube gris que se empezó a formar irradiaba un tufo que me hizo incomodar más y aumentar mi impaciencia. 

Katherine siempre lo ha dicho: la paciencia no forma parte de tus virtudes. 

Voy a por un trago de Whisky, necesito el dulce sabor almendrado del líquido ambarino. De camino recibo miradas lujuriosas por parte de algunas hombres, lo que me hace sentir asqueada y me doy cuenta que al caminar se sube un poco mi vestido y cuando intento bajarlo siento una mano deteniéndome:

—¿Qué crees que haces, Priscila? ¿Acaso olvidas que tú eres el centro de atención de esta fiesta? —la suave voz de Hades me impide bajar mi vestido y siento repulsión hacia él por toda la mierda que hace, pero me quedo quieta. —Buena chica. Ahora, ¿ves a Paul? —paseo mi mirada por el lugar buscando al susodicho y lo encuentro sentado en el sillón a nuestra izquierda, a unos metros de nosotros, tiene su cabeza contra el respaldo del sillón. No me deja responder y continua: —Quiero que vayas donde él, gateando...

No lo dejo terminar y me doy la vuelta, encarándolo: —¿Estás loco, acaso? ¿Cómo crees que iré donde él así? Ni sé te ocurra que haré una cosa así, Hades, porque...

—¿Quieres que tu pequeña hermana sufra las consecuencias de tu rebeldía?

Lo miro con cara de querer matarlo y le entrecierro los ojos apretando mis dientes, ¿cómo se atreve a amenazarme con algo así? Sabe que por Katherine haría lo que sea, incluso humillarme de esa manera.

—Tomaré eso como un no —si será imbécil. —Irás gateando hacia él y le vas a preguntar si desea algo de beber, usa tu encanto para que diga que sí, porque sino es así tendrás que quitarte ese lindo vestido gris frente a todos y bailar en ropa interior para mis amigos. ¿Te queda claro?

Aprieto mis labios y me giro hacia Paul, él sigue con su cabeza contra el respaldo del sillón, miro sobre mi hombro a Hades y pienso en un millón de insultos para decirle, hijo de puta que es el muy cabrón. 

Me pongo derecha y con todo el orgullo que  puedo reunir en esta situación voy bajando mi cuerpo hasta que me apoyo sobre mis rodillas, a mi alrededor las personas ya han empezado a mirarme raro, y muchos chicos están a la expectativa de lo que haré, yo solo quiero que esto acabe rápido y deseo que Katherine esté en el baño y no entre la multitud.

Ya sobre mis manos y rodillas percibo como el borde de la falda de mi vestido sube y se queda peligrosamente cerca de donde empieza mi culo, si muevo una pierna se van a ver mis bragas.

¡Dios!

Mi cabello me cubre parte del rostro, pero me doy cuenta del pequeño círculo de personas que se ha formado a mi alrededor.

Levanto la cabeza y empiezo a gatear hacia Paul, quien sigue con la cabeza en el respaldo. Las personas me dan paso, empiezan a silbar y gritarme todo tipo de obscenidades. Retengo las ganas de mandar todo al carajo cuando me azotan el mi nalga derecha, lo que causó que mi vestido suba un poco más. 

Contengo mi impulso de gritarle a quien sea que haya sido y continúo gateando, los parvos metros se convierten en kilómetros, pero finalmente logro llenar donde Paul, frente a sus piernas me pongo de rodillas, mis manos acarician sus piernas haciéndolo removerse en el sillón, me mira y con mi más coqueta sonrisa y una mirada provocativa, le digo:

—¿Deseas algo para tomar, Paul? —saboreo su nombre entre mis labios, dándole un toque sensual al seudónimo.

Y el muy malparido se queda observándome unos segundos para luego levantar su vista y supongo que sus ojos se encuentran con los de Hades porque mueve gentilmente mis manos de sus muslos, me echa a un lado y se va. Al momento que se levanta del sillón, no se hacen esperar los silvidos y la burla por parte de las personas que estaban cerca mirando todo.

Y así fue como fui rechazada y terminé bailando en ropa interior para todos los muchachos que querían tenerme cerca, luego gracias a Paul terminé llorando en una de las habitaciones de la casa abrazada a él, queriendo ayudarme le dijo a Hades que necesitábamos privacidad y un tiempo a solas.

HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora