Capítulo 17

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HADES

Es miércoles, lo que significa que tengo cita con mi psiquíatra y debo asistir urgentemente, tengo más de un mes que no visito al Dr. B. Lo que significa que mis pastillas se han acabado y eso no es bueno.

Además tengo cosas que contarle, cosas que he hecho, cosas que me están pasando. Me ducho y al salir con la toalla envuelta en mi cintura, busco la ropa que me pondré, tomo los primeros pantalones que encuentro y elijo un polo azul y mi chaqueta de cuero marrón claro. Termino de secar mi cuerpo desnudo y recuerdo que debo volver al gimnasio. También recuerdo que solo quedamos mi madre y yo. Que estoy solo. No pienso mucho en eso y termino de alistarme. Con la ropa ya puesta bajo a la cocina por algo para comer. 

—¿Para dónde vas?

—Mamá, tengo una vida, por si no lo sabes, ¿vale?

—¿Cómo te atreves hablarme así? ¿Desde cuándo no me respetas?

No estoy para sus regaños, así que doy media vuelta y me alejo de ella.

—Hades, te estoy hablando.

—¿Por qué volviste? ¿Eh? ¿Cómo me encontraste? —le suelto ya enojado.

—Volví porque te amo y eres lo único que me queda, Hades. 

—Mamá, lo siento mucho, yo... —algunas lágrimas se deslizan por mi rostro— perdóname, perdón... perdón... lo siento mucho... no quise ha... yo... —levanto la vista hacia ella y veo el dolor en sus ojos, en sus ojos de madre. Y eso me rompe aún más—. Debo irme.

—Hades, espera...

No la dejo terminar y salgo de la casa dando un portazo. Estoy enojado y al demonio la cita con el Dr. B.

Necesito calor, abrazarla, volver a besarla.

Me desespero y conduzco hasta su casa, espero a que este sola. Al llegar, toco la puerta y ella me abre, está hermosa, como siempre, sus ojos me miran y yo deslizo mi mirada hasta sus pequeños labios, esos labios que me besaron tan bien, de solo pensarlo ya se me pone dura.

—Pequeña... ¿estás sola?

—Ehm... sí... ¿por q...?

No la dejo terminar y acerco mi boca a la suya, camino hacia delante hasta entrar  en la casa y cierro la puerta con mi pie. Hago girar a Katherine y la acorralo contra la pared ubicando mis manos a ambos lados de su rostro, la siento suspirar contra mis labios y gruño mordiendo su boca...

—Lento...

Le pido y empiezo a besarla... esta vez mas lento y pausado, nuestros labios se unen y vuelven a separarse y me desespero aún más, siento mi erección contra la tela de mis jeans y es una tortura. Tomo su garganta entre mi mano izquierda mientras mi mano derecha le aprieta una de sus pequeñas nalgas y la pego contra mi, suelta un gemido al sentir lo duro que estoy.

—Pequeña... —jadeo contra sus labios.

—Hades... yo...

Vuelvo a unir nuestros labios y la cargo haciendo que sus piernas rodeen mi cintura, ella se abraza a mi cuello y yo camino por la casa hasta llegar a su habitación. Ya en está me desvisto frente a ella, me quito la chaqueta, el polo por encima de la cabeza y me quedo solo con los jeans.

—¿Quieres hacerlo, pequeña?

Ella acorta el espacio que nos separa y se voltea echando su cabello hacia un lado, puedo ver el cierre de su vestido.

—Bájalo —me pide y yo le obedezco. De forma lenta bajo el cierre de su vestido rosa pálido, puedo ver las marcas y cicatrices en su espalda causadas por Alejandro y me da rabia; una rabia que canalizo en el deseo que siento por Katherine. 

Ubico mis manos en sus hombros y deslizo las mangas del vestido haciendo que éste caiga al piso. Me acerco a ella y empiezo a besarle la parte izquierda de su cuello, paso mi lengua por él y voy dejando pequeños besos mientras mis manos sostienen su cadera.  

—¿Estás segura, amor? —susurro contra su cuello.

—Sí, por favor, confío en ti.

Una de mis manos de desliza dentro de sus bragas y empiezo a tocar, mi pequeña echa su cabeza hacia atrás disfrutando de mis caricias. Mientras yo le sigo besando el cuello y mis dedos se mueven contra su tibieza. Me alejo un poco y me quito lo que me queda de ropa, ayudo a Katherine hacer lo mismo. 

—¿Cuál de las dos es tu cama?

—Aquella —dice señalando una de ellas.

Me siento en la que señaló y le hago un gesto para que se siente sobre mis piernas, ella me obedece, y la tengo sobre mí, desnuda, toda mía.

Ella misma se levanta un poco y toma mi pene entre su pequeña mano y lo ubica hacia su mojada entrada, yo gruño al sentir como me va apretando a medida que invado su coño, empezamos a movernos, lento, la escucho suspirar y jadear, posa sus manos en la parte de atrás de mi cuello y jala mi cabello de ésta parte, echa su cabeza hacia atrás y yo aprovecho y me hundo mas en ella, besando sus pechos. 

—Dios... no pares...

Acerco mis labios a su boca y la beso callando sus gemidos y jadeos. Susurro contra sus labios esas palabras sagradas para mí, me abro a ella y dejo que me destruya porque ya sabrá lo que siento:

—Te amo, Katherine.

—Te amo, Katherine

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