Capítulo 8

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KATHERINE

Puedo escuchar el agua de la ducha caer contra el piso. Hades tiene mas de una hora en el baño, me acerco a la puerta, y la toco con mi mano en puño.

—¿Hades? ¿Estás bien? ¿Me puedes escuchar?

No recibo una respuesta. Y me preocupo, toco repetidas veces la puerta y grito su nombre contra la madera. Después de que pasa otra hora, busco las llaves del baño, cuando las encuentro voy a la puerta y con manos temblorosas inserto la llave en la cerradura, y giro, al principio la cerradura no cede, pero después de cinco intentos fallidos, logro abrir la puerta. Me encuentro con Hades sentado en el piso, frente al espejo de cuerpo completo, se está mirando en el espejo, y susurra unas palabras, cuando me acerco logro escuchar sus susurros.

—Maté a un hombre. Maté a un hombre. Maté a un hombre.

—Hades, no, no digas eso, no recuerdas lo que pasó.

—Si lo recuerdo, lo recordé mientras limpiaba de mi cuerpo la sangre de ese hombre inocente. No debí volver a involucrarme con Sarah, ella solo me trae problemas, cada que se acerca algo malo hago.

—No digas eso.

—¡Es la puta verdad! ¡Ella siempre que vuelve trae problemas consigo que yo debo resolver! ¡Estoy harto! ¡Le voy a poner un fin a esto!

Las siguientes horas, pasan tan rápido que no me doy cuenta de lo que hago, sigo a Hades escaleras abajo, va a su auto y yo voy detrás de él, nos montamos en el vehículo y él enciende el motor y conduce por las solitarias calles del pueblo. Llegamos a una casa que luce abandonada y deteriorada.

—¿Quién vive aquí? —pregunto.

—La causa de todos mis problemas.

Nos acercamos a la puerta principal, Hades toca el timbre, pasan algunos minutos y nadie abre la puerta.

—Creo que no hay nadie —comento.

—No. Debe estar aquí.

—Hades.

Hades voltea y los dos miramos horrorizados a la persona que está a pocos metros de nosotros.

Una chica, de un metro sesenta, está frente a nosotros, tiene el cabello lleno de barro y hojas, su ropa está rota y sucia, desde aquí puedo ver lo flaca y débil que está. Creo reconocer algunas manchas de sangre en sus manos y piernas, también hay grandes manchas del líquido carmesí en su ropa.

—¿Estás bien? —le pregunto a la chica.

—No le preguntes cómo está. No lo merece —me reclama Hades, lo noto enojado.

Hades camina hacia ella y le exige que nos deje entrar a la casa, ella con pequeños y temblorosos pasos, camina hacia la puerta de la casa, forcejea con la cerradura de la puerta hasta lograr abrirla. Entra y Hades me hace un ademán de la siga.

—Es Sarah —me susurra.

***

Dos semanas después 

Hades recordó el lugar en el cual estuvo antes de ir a mi casa hace dos semanas, cuando fuimos al depósito, no encontramos nada, todo estaba limpio y ordenado. Habían cajas en las esquinas y un pequeño librero en una de las paredes, él nos dijo a Priscila y a mi, que no recordaba esas cajas o ese librero, por mi cabeza pasó la idea de que se había equivocado de depósito, pero él nos recalcó que estaba muy seguro y ese era el correcto.

Por otra parte, en la casa de Sarah no pasó nada interesante, Hades y ella se fueron a hablar a una de las habitaciones y me dejaron sola en la sala de la abandonada casa. Luego de esperar dos horas, le dije a Hades que debía irme, él me llevó a casa unos treinta minutos después. No me comentó nada en el camino de vuelta a casa.

Las cosas en la escuela volvieron a ser igual o peor. Hades obligó a Priscila acostarse con tres chicos en una sola noche. Esa noche ella fue sola a esa fiesta, mientras Hades vigilaba que yo no saliera de casa a buscar a mi hermana, ella era obligada a dormir con tres chicos. Priscila llegó a las tres de la madrugada, nuestro hermano intenta no decirle a nuestros padres el infierno que vivimos en la escuela. Y yo le agradezco por ello. 



HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora